Con la amenaza de la muerte cruzada Rafael Correa acaba de dispararse en el pie. Para ello ha echado mano de un recurso tan viejo como el razonamiento humano: el sofisma. Es decir, un argumento falso con apariencia de verdad. Basta revisar un manual básico de lógica para enterarse de la abundancia de formas que adquiere lo que en un lenguaje más prosaico se conoce como falacia. Veamos.
Correa parte de la suposición de que en 2017 cualquier candidato de Alianza País ganará las elecciones para presidente. Hasta Tico Tico, dirían las malas lenguas. Pero tal como van las cosas, es altamente improbable que ello ocurra. Con una crisis imparable, un desempleo galopante, reiterados escándalos de corrupción, el remate del patrimonio nacional a las empresas extranjeras, una represión cada vez más brutal, etcétera, tal vez ni él mismo –si estuviera en condiciones de presentarse– alcanzaría el triunfo.
La siguiente suposición apunta a un sucesor –o sucesora– dispuesto a aplicar la muerte cruzada a la primera insinuación de quien entonces ostentaría el título de expresidente. Se trataría, en otros términos, de un pelele, un fantoche, un mequetrefe o como quiera llamárselo. Pero un personaje con semejantes características difícilmente ganaría una elección, mucho menos para la Primera Magistratura del Estado. Con la suspicacia que ha desarrollado nuestro pueblo a propósito de la sucesión presidencial, no creo que apruebe un despropósito de tal magnitud.
El tercer sofisma exige una condición totalmente inversa: que el ungido sea un personaje con excelente imagen pública, y con suficiente estatura intelectual, ética y política como para alzarse con el triunfo. Más allá de que en el oficialismo no se perfila nadie con semejantes virtudes, tampoco luce probable que el susodicho se preste a la farsa de una muerte cruzada injustificada. En todo caso, y de requerirlo, se presentaría él mismo como candidato. La manipulación de sucesores que al final se quedan con el santo y la limosna tiene sobrados antecedentes en nuestra atribulada historia nacional.
Tal vez la única suposición presidencial cercana a la verdad es que la oposición capte la mayoría de la próxima Asamblea Nacional. Lo que no parece presumible es que esa mayoría “se porte mal” y provoque un conflicto insuperable. Menos aún si el Poder Ejecutivo no queda en manos del correísmo.
Así las cosas, las recientes declaraciones del presidente Correa se asemejan más a un alarde provocado por la angustia frente a lo que se viene que a un cálculo estratégico. Es la amenaza del asustado. La muerte cruzada nace más de sus aspiraciones que de la realidad. Apelando a las figuras bélicas tan de moda en estos tiempos, podría afirmarse que el Presidente disparó su arma antes de sacarla de la cartuchera.