‘El general se bañaba en sangre de los niños en la isla de Yacyretá para tratarse de su enfermedad (…) Fue un asesino en serie de niños”. Elvio Acosta, exchofer del exdictador Alfredo Stroessner, lanzó esas dolorosas denuncias -para dar paz a su alma, según señaló-, en una entrevista hace cinco años.
“Stroessner tenía un desastre la piel, sufría de lepra. Los cuerpos de los niños se enterraban, se tiraban”, complementó en su crudo testimonio sobre el militar conocido como ‘El Jefe’ o ‘El Rubio’, que gobernó Paraguay a sangre y fuego, entre el 15 de agosto de 1954 y 3 de febrero de 1989.
28 años y días después de la desaparición del gobernante de facto, Paraguay – una nación de 6,9 millones de habitantes- rechaza con violencia, que se condena, las intenciones del presidente conservador Horacio Cartes, de aupar una reforma constitucional que allane el camino hacia una reelección y seguir en el poder después del 2018. Coincidencia histórica o no, Cartes es miembro del Partido Colorado, la misma tienda que encabezó ‘El Jefe’.
La protesta anti reelección alcanzó su más alta cota con asalto por un grupo de activistas de la sede del Legislativo paraguayo.
Aunque una acción así no se justifica bajo ninguna circunstancia, vale la pena echar un vistazo a la convulsionada historia de la patria del mariscal Francisco Solano López y, en especial, a la larga dictadura de Stroessner, para entender las duras protestas.
Paraguay es de los pocos Estados de la región que ha aprendido bien de la experiencia traumática que dejaron los excesos y atrocidades de un extenso régimen de facto. Por ello, no aparece dispuesto de nuevo a ello. Y para no olvidar las lecciones de la historia y de las largas dictaduras, incorporó a su pénsum de estudios la asignatura ‘El Autoritarismo en la Historia Reciente del Paraguay, desde 1954 hasta 1989’. La reelección, es vía elegida por las ‘democracias totalitarias’ o regímenes cuasi dictatoriales, para luego reformar la Carta Magna y tomar el control total del poder.