El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, viajó recientemente a Paraguay acompañado por un grupo de representantes permanentes de algunos de los Estados miembros de la organización para poder interiorizarse directamente y en diálogo abierto acerca de todo lo sucedido en relación con la reciente remoción dispuesta por el Poder Legislativo del país vecino del ahora ex presidente Fernando Lugo.
Este primer paso debe aplaudirse sin retaceos, ya que supone exteriorizar una indispensable vocación de diálogo, por oposición a promover o edificar conflictos o instar rupturas o enfrentamientos. Para eso está, precisamente, la vía diplomática; no para los portazos ni para impulsar las divisiones, el aislamiento o los empujones, sino para construir, consensuar, acercar y unir a todos en defensa de la democracia.
Al culminar su delicada misión de tres días en la ciudad de Asunción, Insulza emitió el informe de práctica que fue presentado al Consejo Permanente de la OEA, en el que -a diferencia de lo resuelto en el Mercosur y la Unasur, organizaciones en las que se decidió una asombrosamente ilegal suspensión de Paraguay, en clara violación de la Convención de Viena de 1969, que regula el derecho de los tratados- no encontró razón alguna para suspender a Paraguay en la OEA por lo sucedido en torno a la remoción legislativa de Lugo.
Teniendo en cuenta el ambiente, abiertamente hostil y hasta belicoso, edificado por los ‘bolivarianos’ en torno de esta cuestión (acompañados por la Argentina y Brasil y por el sorprendente tibio endoso de los países del Pacífico), la decisión de Insulza no solo es correcta, sino además valiente. Rectifica así los gruesos errores que cometió, por precipitación, en la crisis de Honduras en 2009, cuando todos los demás poderes del Estado centroamericano destituyeron al ex presidente Manuel Zelaya, otro ‘bolivariano’.
Insulza ahora propone acompañar a Paraguay en su camino de regreso a la normalidad constitucional, que culminará con las elecciones presidenciales previstas para abril del año próximo. Se creará para ello una misión especial que dialogue con todos los actores del escenario político paraguayo, acompañe los preparativos para la elección que ponga fin al interinato del presidente Franco y evite persecuciones contra cualquiera de los actores de la crisis política que Paraguay quiere dejar atrás.
Esta iniciativa de no suspender a Paraguay es ciertamente definitiva. Para que en la OEA haya decisión debe contarse con el consenso de los 34 Estados miembros de la organización. .