La orden del presidente estadounidense Donald Trump de asesinar al general iraní Qassem Suleimani mientras estaba de misión oficial en Iraq fue muy elogiada en el patriotero Partido Republicano de Trump. La matanza gubernamental de funcionarios, clérigos y periodistas extranjeros se ha vuelto común. Pero hay algo especial en el ansia asesina de Estados Unidos contra Irán. Es una obsesión que ya lleva cuarenta años y que ahora puso a ambos países al borde de la guerra.
La fijación de EE.UU. con Irán se remonta a la Revolución Islámica de 1979, cuando estudiantes iraníes tomaron la embajada estadounidense en Teherán y mantuvieron a 52 estadounidenses de rehenes por más de un año. Esa experiencia traumática generó en los políticos estadounidenses una imposibilidad psicológica para calibrar las políticas de EE.UU. Explica entre otras cosas la nueva amenaza de Trump de cometer un crimen de guerra destruyendo 52 blancos en Irán (incluidos sitios culturales), uno por cada uno de los rehenes de 1979, si Irán toma represalias por el asesinato de Suleimani.
Trump se arroga el derecho de asesinar a un dirigente en un país extranjero y de cometer crímenes de guerra si ese país toma revancha. Esta criminalidad es muy aplaudida en Estados Unidos. Es reflejo de una especie de trastorno por estrés postraumático en el sistema estadounidense, al menos en la derecha. Es similar a la imprudente andanada de guerras que inició EE.UU. en Medio Oriente después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Este frenesí se agrava por que Trump sufre un trastorno psicológico. Recordemos su famosa bravata, cuando dijo que podía pegarle un tiro a alguien en la Quinta Avenida “y no perder ni un solo voto”. Con la orden de matar a Suleimani, es evidente que está decidido a poner esa afirmación a prueba.
Lo que la mayoría de los estadounidenses y buena parte de la élite política del país no logran comprender es que Estados Unidos cometió muchos más crímenes contra Irán que viceversa. EE.UU. creó un enemigo, en forma deliberada e imprudente.
En primer lugar, en 1953 Estados Unidos y el Reino Unido derribaron el gobierno iraní, tras el intento del primer ministro elegido democráticamente, Mohammad Mossadegh, de recuperar el control del petróleo iraní, que había sido capturado por el Imperio Británico. A continuación EE.UU. reemplazó el derrocado gobierno democrático con el régimen autoritario del shah Mohammad Reza Pahlavi, que duró un cuarto de siglo (entre 1953 y 1978), sostenido por la brutal agencia de inteligencia y policía secreta SAVAK.
Al año siguiente, Estados Unidos armó y alentó al Iraq de Saddam Hussein para que invadiera Irán, lo que provocó una guerra que duró casi una década y en la que murieron unos 500 000 iraníes. La historia continúa…
Project Syndicate