Desde hace tiempo se sabe que el empleo es el único mecanismo que permite eliminar la pobreza de forma sistemática y definitiva. Desde las propuestas de desarrollo que Albert O.
Hirschman –uno de los economistas más creativos del siglo pasado– hiciera allá por los años 70 hasta los estudios más recientes de la OIT: todos dicen que un puesto de trabajo es lo mejor que se le puede dar a una persona para que salga del atraso.El discurso ideológico es irrelevante para entender los verdaderos intereses y prioridades de un gobierno. Puede haber un régimen que se llene la boca de términos como “equidad” o “justicia social” y que se autodenomine “socialista”, “revolucionario” o de “izquierda”. Si no es capaz de generar empleo y, por tanto, de crear las condiciones para erradicar la pobreza, todas aquellas palabras serán solo eso: frases vacías.
Los gobiernos verdaderamente progresistas –es decir los que tienen una voluntad genuina por eliminar la miseria– son aquellos que dedican toda su energía para generar empleo digno, estable y correctamente remunerado. ¿Cuáles son los resultados que la mal llamada “Revolución ciudadana” ha producido en este rubro tan importante? Ninguno. Estamos igual y, en algunos casos, peor que en 2007, cuando comenzó esta aventura populista.
Según el INEC, la tasa de empleo fue de 43,2% en diciembre de 2007. Hoy esa tasa ha caído a 39,2%. El subempleo fue de 18,2% en diciembre de 2007. Hoy esa tasa ha subido a 19,4%. El desempleo era de 5% en diciembre de 2007 y ahora es de 5,2%.
¿Qué sucedió? ¿Por qué los miles de millones de dólares que recibió este régimen por el petróleo y los impuestos no pudieron cambiar el panorama laboral del Ecuador?
Se ha dicho muchas veces que los populismos no están interesados en eliminar la pobreza porque necesitan de los pobres para sobrevivir políticamente. Seguramente esa es una razón de fondo.
Otra explicación es que el gobierno siempre supeditó el manejo de la economía a sus objetivos políticos. Su intención primordial nunca fue rescatar a los ecuatorianos pobres sino tomar el control absoluto del país.
Por eso es que, según datos del PNUD, casi la cuarta parte de la población actual –es decir unos 4 millones de ecuatorianos– vive en la pobreza. Dentro de ese grupo, los más afectados son las mujeres y los campesinos, es decir los más débiles entre los débiles.
¿Por qué un régimen que ha dicho tener una marcada vocación social no ha sido capaz de proteger a estos sectores tan vulnerables? Pues sencillamente porque nunca tuvo previsto hacerlo.
En las elecciones que se avecinan va a ser indispensable que el votante haga un esfuerzo extra para discriminar el discurso de las intenciones de los candidatos.
@GFMABest