La estrategia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para “degradar, y en última instancia destruir,” al extremista Estado Islámico (EI) fue recibida con el escepticismo generalizado de legisladores y expertos de este país en Oriente Medio.
Si bien se espera que el Congreso legislativo acepte, aunque no lo autorice formalmente, el plan que Obama esbozó en un discurso televisado la noche del miércoles 10, legisladores del gobernante Partido Demócrata y del opositor Partido Republicano no escatimaron sus objeciones.
“El Presidente presentó un caso convincente a favor de la acción, pero aún quedan muchas preguntas relativas a la manera en que pretende actuar”, opinó el presidente de la Cámara de Diputados, el republicano John Boehner.
En su discurso, Obama adoptó un tono decidido y confiado que le granjeó elogios, incluso de republicanos como Boehner. Pero no es ningún secreto que el presidente, que pretende que la salida de Washington de las guerras de Oriente Medio sea un legado de su administración, se resistió de manera constante a la presión para que Estados Unidos incremente su presencia militar en la región.
Obama anunció que reforzará el apoyo de Estados Unidos al ejército de Iraq y los combatientes kurdos llamados peshmergas con más entrenamiento, inteligencia y equipos y que enviará a 475 militares estadounidenses, que se sumarán a los más de 1 000 que están en el territorio desde que el EI, antes conocido como ISIS, avanzó por gran parte del norte y el centro de Iraq en junio. Al mismo tiempo, prometió que la campaña “no implicará que tropas de combate estadounidenses luchen en suelo extranjero”. Estados Unidos llevará a cabo ataques aéreos contra objetivos del EI “dondequiera que existan”, no solo en Iraq, sino también en Siria, añadió Obama.
Indicó que Washington está reuniendo a “una amplia coalición de socios”, que incluye a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los Estados del Golfo gobernados por sunitas, Jordania y Líbano.
Estos gobiernos prometieron su apoyo a la campaña contra el EI y al nuevo gobierno del primer ministro iraquí, Haider al Abadi, durante una reunión el jueves con el secretario de Estado John Kerry en la ciudad saudita de Yeda.
Obama también le pidió al Congreso que apruebe rápidamente una solicitud pendiente por 500 millones de dólares para entrenar y equipar a la insurgencia siria que lucha contra el gobierno de Bashar al Assad y el EI.
Arabia Saudita, que apoya a diversas facciones insurgentes en su lucha contra el Presidente sirio, aceptó albergar campos de entrenamiento para estos rebeldes “moderados”, según funcionarios de Washington.
Esta “estrategia antiterrorista integral y sostenida”, que Obama comparó con las operaciones de Washington en Yemen y Somalia, “erradicará un cáncer como” es el EI, dijo Obama.
IPS