El país asiste a un nuevo momento político. Muchos le llaman de transición y otros prefieren explicarlo como resaca de la década vaciada.
El mapa político de una mesa que en efecto quedó desmantelada y sin los manjares ofrecidos, dispuestos solo en el sueño febril de los que se fueron y su corte de acólitos; de una economía en crisis, agotada por los efectos de los malabares populistas, los ofrecimientos y las obras faraónicas – muchas con costos millonarios o daños irreparables – , resquebrajó al oficialismo.
Al principio del Gobierno, que empezó su tarea cuando los coletazos de las acusaciones y denuncias de fraude seguían en la atmósfera, los primeros desencuentros y roces con los antecesores empezaron a resquebrajar la unidad interna del propio nuevo gabinete – con algunas piezas claves, inexplicablemente prorrogadas en altas funciones – el contundente anuncio de la cirugía mayor a la corrupción, una Fiscalía y unos jueces que apenas comenzaban a desperezarse del pasado inmediato y de la ‘metida de en la justicia’, para actuar poco a poco, cada vez con menos ataduras.
El bloque de los 74 legisladores de Alianza País empezó a resquebrajarse y las tensiones provocaron no menos choques. Desde la dirección del movimiento verde flex y su obediente buró, hasta la misma presidencia de la Asamblea sufrieron el sismo y el cisma. La fiscalización apareció tímida y fue cambiando, aunque el bochornoso episodio del tratamiento al juicio político al Superintendente de Bancos mostró viejos vicios de una política que no ha cambiado mucho desde tiempos de la criticada ‘partidocracia’ hasta este momento extraño, aveces insípido, que vive el país y su política.
Hoy el hemiciclo legislativo, luego de unos floridos insultos al más puro estilo sabatino entre excompañeros de su misma y ardiente militancia, vio cambios de curules y reorganización de las bancadas.
Los grupos parlamentarios de AP – leninistas – y RC – correístas – están divididas por las ‘aguas profundas’ de un pasillo.
Mientras todos los partidos y movimientos parecen estar afinando los instrumentos para un nuevo ensayo general en la política que será la renovación de los gobiernos seccionales. Prefectos, alcaldes, concejales y sus nuevas responsabilidades pondrán a prueba primero a la independencia de un nuevo Consejo Electoral- transitorio, luego la capacidad de remozarse y formular propuestas de los partidos y movimientos -que en su expresión provincial suman cientos – y además el impacto del terremoto político que causó el fin de la revolución ciudadana, su reciclaje o su entierro.
Por ahora Click Report pon en evidencia que los ecuatorianos solo reconocen los nombres de tres tiendas o vertientes: Alianza País( 26,3%), el Partido Socialcristiano,( 22,1%) y Creo( 11.1%). Con menos del 4% los encuestados distinguen a Concertación, Pachakutik y Unidad Popular.
Se forma un Frente de izquierda, no se sabe si dentro de AP o a su costadillo. Las candidaturas empiezan a sonar para 2019.