Nuestro país es pequeño, pero fue pionero en la edición de su “Nueva Historia”. Antes que en el resto de países sudamericanos, en 1988, apareció la “Nueva Historia del Ecuador”, una obra producto de la renovación de los estudios históricos que se impulsó en Latinoamérica en las últimas décadas del siglo XX.
Un equipo de jóvenes académicos convocados por la Corporación Editora Nacional, que tuve la grata oportunidad de coordinar desde 1983, se dedicó a preparar en forma colectiva una obra en 15 tomos, que contó con la participación de 72 autores ecuatorianos y del exterior. Los tomos iniciales aparecieron cinco años después y el último, el número 15, se publicó en 1995. Fue un esfuerzo notable que entonces se reconoció declarándola “la obra de la década”.
La Nueva Historia tuvo amplia aceptación. Logró influir en la educación, la formación de los historiadores y la producción académica. Promovió trabajos ulteriores, como “Procesos”, la revista especializada, y numerosas nuevas investigaciones. Inspiró la “Historia del Ecuador”, un manual en dos tomos, que ha tenido mucho éxito.
Tres décadas después del lanzamiento de la Nueva Historia del Ecuador, este año 2018 la obra vuelve a editarse como una iniciativa conjunta de la Corporación Editora Nacional y la Universidad Andina Simón Bolívar. A estas alturas ya es no propiamente “nueva” y se notan más sus limitaciones y vacíos. Pero también se aprecia su indudable impacto en la cultura y la educación del país. Sigue siendo libro de consulta fundamental y varios de sus estudios se consideran “clásicos”. Ha envejecido, justo por el impulso que su aparición dio a los estudios históricos. Ya en la Introducción General advertí que “no es una obra para siempre. Los ideólogos de la dominación, los usufructuarios del pasado, pretenden escribir ‘libros definitivos’. Nosotros hemos escrito esta Nueva Historia para nuestro presente con la esperanza de que su mejor contribución sea volverse vieja. Esta es una obra con conciencia de las limitaciones propias de su historicidad.” Al cumplirse sus treinta años, la obra vuelve a editarse, fundamentalmente por la demanda que se ha manifestado por buen tiempo y en forma sostenida. Hay gran cantidad de personas que quieren adquirirla. Las bibliotecas y centros académicos del país y el exterior reclaman la colección completa o algunos de sus volúmenes.
Los editores resolvimos realizar la tercera edición sin cambios ni añadidos. Así se apreciará su contenido original. Se optó por no incluir “actualizaciones”. Pero eso nos deja el compromiso de impulsar una “Historia Contemporánea del Ecuador”, que dé cuenta de las últimas décadas, una tarea de nuevas generaciones de jóvenes que han engrosado las filas del trabajo histórico estos últimos años.
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