¿Es esa nuestra política exterior?

¿Cuánto le ha costado al Estado ecuatoriano los últimos desplazamientos presidenciales a Estados Unidos y Europa? ¿Quiénes y cuántas personas conformaron las delegaciones que acompañaron al Jefe de Estado? ¿Cuánto se pagó a agencias publicitarias y 'lobistas' extranjeros para promocionar esas visitas? ¿Cuál es el saldo de tan sonados viajes para el país y sus habitantes, para los compatriotas que viven y aportan en las sociedades que Correa visitó? Son preguntas que merecerían respuesta y que en un Estado democrático, si es que el ecuatoriano lo fuera, estarían bajo escrutinio y serían materia de un intenso debate público. Pero no. Esa no es nuestra situación. La gira presidencial pareciera haber tenido un único objetivo: engrandecer la imagen personal del Rafael Correa como si aquello fuera interés primordial del Estado ecuatoriano.