Si un Nobel de la Paz merece mayor divulgación y reconocimiento planetario es aquel anunciado el jueves.
Los recipiendarios son dos personajes de Asia y África. Una activista y un médico. Sus vidas son testimonio de sacrificio y entrega por una causa de altura: la lucha contra la violencia sexual.
Nadia Murad es iraquí, de la minoría de los yazidíes, fue secuestrada por los terroristas del llamado Estado Islámico, sometida, violada y convertida en esclava sexual. Nadia huyó del cautiverio en el año 2014. Nadia es Embajadora de Naciones Unidas para la Dignidad de los Sobrevivientes de Trata de Personas desde 2016.
El ‘Doctor Milagro’ es Denis Mukwege. En la clínica Panzi situada en Bukavu, República Democrática del Congo, ha reconstruido los órganos afectados de 50 000 mujeres víctimas de la violencia sexual.
BBC Mundo publica que empezó su labor en una carpa. Este médico de 63 años dirige el hospital donde se hacen cirugías a 3 500 mujeres y niñas cada año.
La Agencia France Press relata que estaba en plena cirugía cuando supo la noticia del Premio Nobel. Lo recibe con humildad, ‘como reconocimiento del sufrimiento y la falta de una reparación justa para las mujeres víctimas de violaciones y de violencia sexual en todos los países del mundo’.
Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos dijo: ‘es difícil imaginar dos laureados más dignos’.
Lleva razón la ex presidenta de Chile. En alguna ocasión el Premio Nobel fue para quien no lo merecía y esta vez no hay duda que quepa en el corazón humano.
A Mukwege le hicieron un documental llamado ‘El hombre que repara mujeres’. Murad da discursos y es una activista de fama mundial. La vida y los horrores cometidos contra ella se han viralizado con el hashtag #MeToo.
En el premio Nobel vaya el respeto de los dignos y justos del mundo a la lucha de esta mujer y este hombre que expandan su ejemplo de lucha y dignidad.