“Me considero afortunado por haber encontrado a mi hijo”, dijo Mohammad Jabeen, vendedor de jugos en Bannu, uno de los 25 distritos de la norteña provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa.
El movimiento Talibán se había llevado a su hijo, Mateen Shah, quien estudiaba en una madraza o escuela islámica. Los insurgentes lo entrenaron para integrarlo a sus filas.
Jabeen contó que su hijo tenía solo 16 años cuando fue secuestrado, en octubre de 2011. Los talibanes lo llevaron a un edificio semidestruido en Waziristán, donde lo instruyeron en la “yihad” (lucha).
“Sus captores le habrían lavado por completo el cerebro para que se convirtiera en un atacante suicida si no hubiera logrado escapar cuatro meses después”, indicó.
Los niños como Mateen Shah, que habitan las zonas pobres, son los más vulnerables al Talibán. La desigualdad los afecta en esto también.
“En Bannu hay más de 100 escuelas religiosas, donde se admiten niños de familias pobres porque sus padres no pueden cubrir los altos costos de la educación en institutos modernos”, dijo Mohammad Jamal, profesor de ciencias políticas en el Colegio de Posgrados de Bannu, en diálogo con IPS.
Los estudiantes de las madrazas reciben alimentos y ropa en forma gratuita.
El Talibán viene reclutando cientos de niños en Bannu desde hace 10 años, indicó Jamal. El distrito se encuentra cerca de la Agencia de Waziristán del Norte, un semillero del movimiento extremista.
Los radicales islámicos entrenan a los niños en el uso de armas, les enseñan a fabricar explosivos y los convierten en atacantes suicidas con la promesa de llegar al paraíso, dijo Jamal.
Los otros dos menores secuestrados con Mateen Shah siguen desaparecidos.
El oficial de policía Khalid Khan dijo a IPS que el Talibán secuestró a más de 500 niños en los últimos cinco años. “Unos 40 lograron escapar, pero todavía se desconoce el destino de los otros”, manifestó.
Los huérfanos son los más vulnerables al reclutamiento islamista porque están fácilmente “disponibles”.
El Talibán asegura no tener menores en sus filas, pero Khan señala que el movimiento recluta activamente huérfanos y niños sin hogar.
“Las personas acomodadas envían a sus hijos a escuelas modernas para que reciban educación formal. Los terroristas cazan a los hambrientos y los entrenan para que instalen bombas y trampas en las carreteras, o para que combatan y realicen atentados suicidas”, indicó Khan.
Mientras, Fazl Hanan, residente del distrito de Lakki Marwat, contó que su sobrino cayó en manos del Talibán luego de que su padre, sumergido en la pobreza, le consiguiera trabajo en un restaurante sobre la ruta. “Desapareció del lugar. Se decía que solía reunirse frecuentemente con algunos talibanes. Quizás decidió unírseles”, dijo Hanan.
Distritos como los de Lakki Marwat, Bannu, Dera Ismail Khan y Tank están repletos de insurgentes islamistas. Se refugian en las Áreas Tribales Administradas Federalmente desde que la invasión liderada por Estados Unidos los desalojó de Afganistán en 2001.