La frase más célebre que acuñó el presidente Durán Ballén, cuando la invasión peruana de 1995, fue aquella de: “Ni un paso atrás”. A su conjuro, el Ejército ecuatoriano y los bravos combatientes shuar salvaron la soberanía de nuestro país y ganaron la guerra del Cenepa.
Pero cuando se trata de combatir a favor del desarrollo integral, derrotando las innumerables dislocaciones de nuestro cuerpo social, la consigna siempre tiene que ser la de los pasos adelante, hasta el punto que si un solo día se malogra el paso, lamentablemente habrá que reconocer cómo el día se ha perdido y apresurar el ritmo posterior, antes que las derrotas parciales se conviertan en un desastre colectivo y ya irremediable.
Por eso fue muy de lamentar el análisis desenvuelto la semana anterior sobre las cifras de una de las ‘variables’ decisivas y más reveladoras sobre el auténtico estado nacional, sin maquillajes verbales ni habilidades fraseológicas, destinadas solo a distorsionar la radiografía de la situación.
Se trata del comercio exterior, las exportaciones y las importaciones, el intercambio del Ecuador con todo el resto del mundo, que, al decir escuetamente de las conclusiones obtenidas durante los 11 primeros meses del 2011 –casi todo el año en consecuencia– por la sección de negocios de EL COMERCIO, permiten con toda claridad extraer al menos tres evidencias, todas abrumadoras: hubo un enorme déficit en la materia, es decir, que las compras foráneas del país, fueron mayores en una suma exorbitante a las ventas que formalizamos durante el período del estudio; que solo pudo ser ‘amortiguado’ el desequilibrio, gracias a los altos precios logrados como una voluble lotería por el petróleo ‘crudo’, y que –con toda la apariencia de esa frase demagógicamente repetida hasta el cansancio– los países adonde se dirigieron las exportaciones del nuestro, fueron “los mismos de siempre”.
O sea, más dramáticamente dicho, que desde enero hasta noviembre del 2011, no se logró diversificación alguna digna de tomarse en cuenta, al contrario de lo que constituye una de las finalidades básicas de toda política y gestión que miren hacia el resto de nuestro pícaro mundo.
Sin necesidad de complicaciones seudotécnicas, lo sucedido con los propios productos, solo puede calificarse como patético. En efecto, luego de 40 años de predicar acerca de la diversificación de envíos externos, el petróleo crudo siguió representando el 56 %, más de la mitad, de todo el flujo a partir del Ecuador, mientras que el banano llegó al 11 %; los camarones al 5 %; el cacao, al 3 %; el atún al 1 %, las flores al 3 % y el resto a otros rubros de ínfima presencia.
Y si se mira a los mercados, el panorama no es más alentador. A EE.UU. fue el 42% de las remesas, y como bloques hay que considerar a la Comunidad Andina y a la Unión Europea, mientras que se levantó ruidosa alharaca por la visita del presidente de… Irán!