La situación que vive el Ecuador como efecto de la expansión del coronavirus es muy delicada. Ante la incompetencia del Gobierno nacional y de las mismas autoridades subnacionales (el prefecto del Guayas y la alcaldesa de Guayaquil brillan por la ausencia), el día de ayer comenzaron a aparecer en varias esquinas del puerto principal cadáveres abandonados.
En Guayaquil se están presentado situaciones propias de películas de horror. Así lo han evidenciado algunos medios de comunicación: cientos de personas que se disputan por ser atendidas en un hospital público y otra buena cantidad que, ante la respuesta de los hospitales públicos de que no hay espacio o no se les puede atender, viven el drama de ver a sus familiares morir en sus hogares. Una parte de ellos, ante la ausencia de espacios temporales (en España se han adoptado pistas de patinaje para recibir cadáveres) y medios que permitan trasladarlos, han optado por dejar los cadáveres en las aceras, esquinas, portales e incluso en depósitos de basura.
Aunque la cifra de contagiados hasta el día de ayer era de 2 240 y de fallecidos de 75, esto no es real. Se están manejando las cifras políticamente para no mostrar al país como uno de los países de América Latina donde hay una mayor afectación del virus, para ocultar la real dimensión del problema e incluso eludir la responsabilidad de autoridades y funcionarios incompetentes en las áreas de riesgos y de salud.
En Guayaquil, por ejemplo, en términos normales fallecen por distintas causas un promedio de 10 – 12 personas diarias. En las últimas semanas esa cifra se ha disparado a 40. La diferencia, sin temor a equivocarme, ha sido producto del coronavirus. Entonces, la cifra real de fallecidos por coronavirus podría ser de 4 o 5 veces más de las presentadas por el gobierno. Claro. Para justificar en algo las cifras ahora hablan de “fallecidos probables”.
Sí, fallecidos que seguramente llamaron al 171 o al 911 (nadie contesta en el otro), que nunca se les hizo la prueba o no fueron atendidos en ninguna casa de salud (porque, como siempre, les dijeron que no hay camas o que vuelvan algún otro rato).
Entonces las cifras oficiales de contagiados y de fallecidos corresponden solamente a las que lograron hacerse la prueba y luego ser ingresados en un hospital público.
Es cierto que ahora se está tratando de paliar el problema de algún modo. Pero, más allá del confinamiento obligado y de las campañas de sensibilización del Gobierno, se ha actuado tarde y des coordinadamente. Se ha hablado de incrementar las pruebas y exámenes para detectar a personas infectadas. De aumentar el número de camas para cuidados intensivos (UCI) y la capacidad de los hospitales del ministerio de Salud y del IESS. De la contratación de más médicos. De la compra de material y equipo de protección a personal médico…
No se ha actuado técnicamente y se ha ocultado la real dimensión del problema en Ecuador. ¿Negligencia y desinformación?