Los detalles que revelaron los servicios de Inteligencia simplemente sorprenden: los narcos perforaron cuatro caletas dentro de casas y escondieron USD 14 millones en efectivo.
Los agentes dicen que era dinero ilegal, que provenÃa de los cargamentos de droga que salÃan desde Colombia e iban a EE.UU.
Detrás de esta operación delictiva estaba una organización bien estructurada, que tenÃa desde seguridad hasta coordinadores.
Su cuerpo de sicarios asesinó a sus enemigos en Manabà y Guayas. Su brazo armado amenazó a fiscales y policÃas, para evitar cualquier investigación, pues querÃan apoderarse de las rutas para operar libremente.
Ese es el poder que tienen los narcos, que en este caso incluso captaron a un capitán activo de la PolicÃa y a su esposa, una abogada que en las elecciones de febrero buscó llegar a la Asamblea Nacional.
La situación es grave, pues no es un caso aislado. Los 11 detenidos en esta incursión policial tenÃan nexos con un ecuatoriano apresado en Colombia. En ese paÃs, los policÃas lo conocÃan como el capo, que tenÃa una flotilla propia de barcos y Estados Unidos lo buscaba por traficar nada más y nada menos que 250 toneladas de droga.
Está bien que la PolicÃa haya desarticulado a esta mafia y que en el 2016 haya capturado 110 toneladas de alcaloides, pero el problema es más amplio. En el 2015, un jefe militar ya reconoció que el control en el mar se complicaba por lo amplio del territorio y que unas 250 toneladas de narcóticos han burlado controles marÃtimos y terrestres de Ecuador.
En junio del año pasado, el entonces comandante de la Armada, Fernando Noboa, también alertó que el servicio de Inteligencia en los espacios acuáticos no ha sido efectivo.
Entonces no hay que descuidarse de las mafias internacionales, pues en 2015 los policÃas recibieron la orden de que el 85% de agentes que se dedicaba a investigar el narcotráfico ahora rastreen a los microtraficantes. La idea pudo haber sido buena, pero los dos fenómenos causan daño y habrÃa que atacar por igual.