Entre el discurso del presidente Lenín Moreno y su accionar hay brechas grandes y marcadas. Una de las más claras es en política exterior y su posición frente a Venezuela, país sumido en horas decisivas y dramáticas.
Será por convicción, inercia u omisión, pero Ecuador se mantiene en el grupo de países americanos que se rehúsan a hablar claro sobre el decadente y represor régimen de Nicolás Maduro.
¿Qué coherencia existe entre tal posición y el talante de un presidente que habla de diálogo y lo convoca, que aboga por la tolerancia y división de poderes y que se distancia de la prepotencia de su antecesor? Ninguna.
Por algo será que la embajada de Ecuador en Caracas mantiene en primer plano el cuadro de Correa, según se puede observar en el sitio web de esa delegación.
Mientras la mayoría de países americanos exhortan a Venezuela a regresar al cauce democrático, pide la liberación de presos políticos y elecciones, Ecuador se abstiene y se suma así a Bolivia, Nicaragua y al grupos de países caribeños que se hacen de la vista gorda frente a los abusos, represión, asesinatos y falta de democracia en el país de Bolívar.
Estarán así contentos de no ser parte de “la camada de perritos simpáticos del imperio”, tal como calificó la ex canciller Delcy Rodríguez a los países que no se han comido el cuento de que en Venezuela hay un gobierno profesional y decente, excepto por una derecha fascista, violenta y pro imperialista que desea destruirlo.
Al referirse a la situación de Venezuela, un comunicado de Ecuador habló del “respeto irrestricto al orden democrático de los Estados, la resolución pacífica de los conflictos, la no injerencia en los asuntos internos y el rechazo a los intentos desestabilizadores”. Mientras, la canciller María Fernanda Espinosa declaró que lo que más le impresiona de ese país es el “nivel de violencia que ha utilizado la oposición”.
Espinosa y al parecer Moreno, no ven cómo se multiplican los muertos por la inseguridad, la represión, el hambre y la falta de medicinas en Venezuela, que allí la inflación es la más alta del mundo, que hay miles de personas dejando el país por falta de trabajo o por huir del caos y el peligro, que hay presos políticos, se tortura a disidentes, que el gobierno reparte armas a la gente de la peor calaña y que el Poder Legislativo ha sido desconocido, igual que la fiscalía, mientras los jueces solo responden a los deseos de Maduro, quien ya advirtió, para colmo, que si perdiese el poder por los votos, lo recuperaría con las armas.
¿Hace falta más evidencia para que Moreno decida desmarcarse de su antecesor y asumir una posición digna respecto a Venezuela? Hay que colocarse del lado correcto: de las víctimas, de la decencia, la libertad y la democracia. ¡Presidente demuestre coherencia!