¿En dónde nacen los problemas económicos que enfrenta actualmente Ecuador? ¿Son factores puramente externos, como la caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar? ¿O el origen está en el excesivo gasto público, que ha impulsado la inflación y las importaciones, generando un desequilibrio en el sector externo y mayor endeudamiento?
La respuesta a esta pregunta debió ser motivo de debate, aprovechando el llamado que hizo el Gobierno a un diálogo nacional. El debate podía servir para llegar a acuerdos mínimos sobre el papel del Estado en la economía, la participación del sector privado, los límites que debe tener la política fiscal para ser sustentable, los incentivos para lograr una estabilidad en la inversión local o extranjera, etc.
Para este 15 de septiembre se espera una primera evaluación del diálogo nacional, que ha tomado casi tres meses de reuniones presididas por la Senplades. Aunque se han abordados temas del sector productivo y financiero, el modelo económico no ha formado parte del diálogo, pero se ha mantenido vigente en otros espacios por el impacto que ya tiene en varios sectores. El Gobierno ha preferido responder a los cuestionamientos sobre el modelo económico desde la tarima o desde las sabatinas, donde no hay opción a preguntar y peor a dialogar.
La receta del oficialismo es responsabilizar de los problemas económicos a factores externos y a la dolarización. Sin embargo, ha tenido que aceptar, por ejemplo, que el Impuesto a la Salida de Divisas es un freno para el ingreso de dólares al país. O que el plan sobre el dinero electrónico no puede ser impuesto al sistema financiero.
También ha dado apoyos puntuales a sectores afectados por la crisis y ha anunciado que los ajustes en el sector público seguirán el 2016.
Para el Gobierno, el modelo ha funcionado, por lo que no es de esperar un cambio. El Régimen seguirá gastando lo que pueda y acudirá a crédito externo hasta agotar el cupo, porque el modelo económico no está en debate.