Comiendo perdices
Milagros AguirreÉrase una vez un sendero y no una vía petrolera el que ha dejado una nueva cicatriz en el bosque amazónico. Érase que se era, de cuatro metros de ancho. Por ella circularán máximo cuadrones, Caperucita y el Lobo, aunque nadie entienda por qué, para dejarla tan angosta, la hicieron más ancha de lo permitido.
Seguramente solo para que entre toda la maquinaria, tubería, enormes camiones, retroexcavadoras que pasan a diario en las enormes gabarras que van y vienen por el río Napo… No se preocupen los italianos: la van a tapar enseguida para dejarla más angosta, sin derecho de vía, convertida verdaderamente en un sendero y pasará desapercibido a los satélites y la herida abierta entre Chiro Isla y Apaika, no se podrá ver ni en Google Earth. Bien disimulada va a quedar. La selva es capaz de esconder todo, de devorarlo todo. Así que… tranquilos.
Érase una vez unos monos tan educados que van a reconocer de inmediato los puentes de dosel de la misma manera que los peatones cruzan ordenadamente por los puentes peatonales de la 10 de agosto, en Quito. Brincarán de una rama a otra sin problema y sin ningún obstáculo, y estarán tan contentos como en el Zoo de Guayllabamba. Los roedores selváticos igual que los domésticos hámsteres van a ir directo a los túneles que los ingenieros han construido en bien de mantener su hábitat casi intacto, ni se va a notar. La vía va a ser tan protegida como la vía Maxus, que tanto disgusta a los ecologistas, donde no entra ni Dios, para evitar la colonización desordenada y caótica de la vía Auca. Pensemos en positivo. En la tecnología de punta. En todos los estándares ambientales que se aplicarán para dejar la mínima huella. En que los helicópteros no harán ruido ni para molestar a las aves ni tampoco molestarán a los grupos que aún viven en aislamiento y que puedan pasar por ahí de tanto en tanto, en busca de morete. ¡Qué poco científicos son los científicos que no saben que los helicópteros modernos y de última tecnología, vendrán con silenciador incorporado y pasarán desapercibidos haciendo menos bulla que los zancudos!, no como en Samona, que la gente no podía ni hablar por el ruido insufrible de estas naves con sus hélices, mientras duraron los trabajos de la compañía que se instaló en pleno centro poblado.
Érase que se era una consulta previa que fue en realidad previa, es decir, antes de que se apruebe la explotación del bloque 43. Y fue libre. Y fue informada porque claramente se ha informado a los comuneros que ahora sí que se volverán millonarios, que van a tener salud de primera y bellas y hermosas escuelas, trabajo, becas y todas las cosas que se pueden hacer con dinero. Érase que se era un bosque intacto, con gnomos y mariposas, con delfines rosados, monos y guacamayos y pueblos libres en aislamiento voluntario, cantando y bailando. Una selva con un lindo sendero donde todos vivirán felices, comiendo perdices.
maguirre@elcomercio.org