A funcionarios y servidores del correísmo se les advirtió hace años las consecuencias que podían acarrear por tornarse en obsecuentes servidores del gobierno autoritario, que distorsionara la realidad, abusara y atropellara las normas constitucionales y legales, como si nunca les iba a pasar nada ni les fiscalizarían sus actuaciones algún día. El poder no es eterno. Hasta dictadores militares y civiles en el mundo han tenido que rendir cuentas años y hasta décadas después e ir a las cárceles por corrupción y en algunos casos por violaciones de DD.HH. y garantías constitucionales.
Funcionarios que hipotecaron sus profesiones, sus conciencias y dañaron sus imágenes en nombre de una “revolución ciudadana”, que fue un eslogan para la propaganda oficial, repetida en forma atosigante y que caló en varios ciudadanos, que se transformaron en ovejunos y creyeron en la demagogia del mesías que había llegado.
Algunos a cambio de pasar a mejores niveles de vida, con grandes comodidades que nunca antes tuvieron, pero sujetos a realizar trabajos detestables, en unos casos sucios como aquello de espiar a la gente con equipos sofisticados, pero también prestarse para distorsionar las cosas con tanta mentira que repetían en las denigrantes cadenas oficiales.
De por medio habían recibido jugosos contratos que hoy la Contraloría ha revelado con múltiples irregularidades y serios indicios de responsabilidad penal, que tienen que responder ante la Fiscalía. Ojalá las otras instituciones de control actuaran igual. Creyeron que el autoritario les iba a proteger el resto de sus vidas, incluso fuera del poder, y que el nuevo mandatario agacharía la cabeza y taparía tanto abuso y atropello y los actos de corrupción.
Creyeron que el Contralor les iba a esconder los casos, pero resulta que sus planes se truncaron porque fugó a Miami. Nunca se imaginaron que esto se destaparía. Incluso, en algunos casos, se mantuvieron agazapados en cargos públicos como si aquí no había pasado nada.
Resulta que hoy, con informes de instituciones oficiales, no cuadran las cuentas entre los ingresos y las declaraciones de impuestos, algo elemental que no pensaron porque seguramente se sentían blindados, protegidos y seguían prepotentes. No aparecen los informes legales y técnicos que debieron sustentar los trabajos. En el caso de la comunicación oficial, la Contraloría ha detectado irregularidades en contratos de los enlaces sabatinos, que con tanta pompa se realizaban para denostar a los medios de comunicación privados que difundían lo que hoy el ente de control confirma en sus informes. Se burlaba de los críticos del poder y hasta ordenaba enjuiciamientos a la “justicia independiente”, que tampoco ha sido tal. Hay tantos casos que falta espacio para difundirlos, pero el registro histórico está allí.