Pareciera que el futuro está marcado por la ingenuidad de la mayoría de sectores responsables. Por ello es fundamental que se despierte a tiempo frente a las amenazas que se ciernen. Mientras se prepara la reanudación de las labores productivas, otros se alistan para la desestabilización de manera irresponsable, con cualquier pretexto, sin importarles el estado calamitoso que vive el país. A la pandemia se suman otros factores. Unos, válidos por el desempleo y la pobreza pero quieren aprovecharse de eso para pescar a río revuelto.
Las élites políticas actúan tibiamente. Hacen cálculos para las próximas elecciones, mientras los robos, sobreprecios y contratos irregulares se repiten y salen a flote por doquier en el sector público, sin importarles el dolor. Donde se indaga sale pus y el clamor es que dejen de robar.No se trata de alarmar pero si advertirlo a tiempo para que luego no se sientan sorprendidos. El fantasma de la desestabilización está presente en Iberoamérica, no solo en Ecuador, cuando la demagogia sigue presente desde el nefasto populismo. Los argumentos sobran como la adopción de medidas, no importa cuáles sean, para irrumpir con grupos violentos. Según Informes de Inteligencia revelados en Colombia, el Foro de Sao Paulo que se juntara hace poco con la presencia de corruptos ex mandatarios, unos sentenciados y otros que fueron financiados por el narcotráfico, y un sector de disidentes de las FARC. El objetivo: viabilizar desde la supuesta izquierda la “plataforma de lucha” para recuperar el poder, en unos casos, y en otros para implantar el modelo fracasado (Cuba y Venezuela) de la igualdad, todos con salarios de 20 o 30 dólares. Iguales en la pobreza y la miseria y controlados todos por el poder central único. ¿Eso quieren permitir?
No se dan cuenta que hoy sí podemos ir aún más al abismo. Hay sectores de extrema, aupados por el correísmo que está sentenciado por corrupción, que sueñan con otro octubre, pero esta vez en medio de la emergencia sanitaria y con un país hecho pedazos en lo económico. Hacen el juego a los presuntos revolucionarios que pretenden el caos porque están desesperados por sobrevivir políticamente mientras el covid 19 cobra vidas.
El Gobierno debe rectificar lo que le corresponde para no afectar a sectores medios y bajos, especialmente básicos como la educación, pero el resto debe asumir sus responsabilidades. Los agitadores de siempre han vuelto a activarse, sumados a respetables sectores sociales que no reparan que será peor el caos y que todos perderán. Desde el sector indígena ya se habla de estallido social. Tamaño despropósito, que casi lo logran en octubre, unidos con el correísmo. No pueden hacer el juego a los golpistas. Hay que actuar a tiempo y decir no al anarquismo y la desestabilización que buscan.