El futuro del país no puede ser de poca importancia para la gente. El rechazo a la práctica de la política no debe ser un pretexto. No se dan cuenta que lo político incide en lo económico y social y en las próximas elecciones tiene que dilucidarse entre los que aspiran a un mejor país para sus hijos y nietos y las amenazas del populismo y del retorno de quienes con un discurso falso gobernaron diez años. Quieren volver a saquear las arcas fiscales, con el festín de los recursos y la corrupción galopante que se evidenciaron luego.
Si no fuera por el voto obligatorio, gran parte de la población no sufragaría. Hay gente que cae ingenuamente en las mentiras que circulan mayoritariamente en las redes sociales, que causan daño, y hace propias al reenviar, sin verificar su contenido. Más grave aún para una mayoría de jóvenes que está apta para votar, que tiene otras expectativas de vida y que no cree en el futuro de este sistema democrático.
Lamentablemente, con programas serios y responsables y peor con la verdad no se ganan elecciones. Escogen mensajes que quiere oír el electorado: ofertas de empleo, vivienda, tierra, créditos baratos, acabar con la corrupción, sin decir cómo van a implementar. Cuestionamientos a los organismos internacionales de crédito que auxilian con recursos por la herencia del mal manejo de la economía. A ellos se les culpa de la pobreza. Si se hubiera hecho bien las cosas, no se dependería de esos recursos.
Solo en nuestro país se puede ver que un ecuatoriano va a ser nombrado para un alto cargo del BID, que se jugara con valentía en un momento difícil, con aciertos y errores, en su puesto de Ministro de Finanzas, y lo cuestionan por politiquería. Por ello el Procurador del Estado, en un pronunciamiento vinculante, ha sido claro sobre la naturaleza jurídica de ese organismo y que no es una institución financiera internacional en los términos definidos por las normas legales nacionales, lo que no afecta esa designación.
Mientras tanto, el proceso electoral avanza en medio de una sociedad de ingenuos (no todos), agravado por condiciones más complejas por la crisis económica, el desempleo y la pandemia. Pretenden con demagogia ganar los votos de una ciudadanía desinformada. Por ello lo grave es la candidez de una parte de la gente, no necesariamente sin educación porque se incluyen profesionales, que caen en el engaño del populismo. El país ya vivió una experiencia desastrosa, que le ha sumido en una de las peores crisis de la historia, con un condenado por la justicia que instituyó la corrupción y una estructura delincuencial probada en los juicios y sin embargo hay gente que aún cree en los seguidores de ese demoledor de la economía, de las instituciones y la proscripción de las libertades. Reflexionen que ellos pueden llevar a la ruina como Venezuela.