En este año hemos importado más de lo que hemos exportado y por eso van a faltar dólares para el proceso productivo. Entonces, lo primero que hay que hacer es aumentar como sea las exportaciones de toda clase de productos, incluso usando estímulos especiales que son indispensables en un país dolarizado.
Pero como incrementar las ventas al exterior toma tiempo y no es tan sencillo, la alternativa inmediata es disminuir las importaciones, especialmente de los productos no muy necesarios para la vida de nuestra gente. En este sentido la medida anunciada por el Gobierno para frenar el exceso de automotores va en la dirección correcta, pero es insuficiente y discriminatoria. En esto lo que cuenta es el resultado con poca afectación para los consumidores de menores ingresos. Con esta visión, no se entiende por qué no suben también los impuestos para los automotores de lujo, para evitar el derroche de nuestros escasos dólares en bienes suntuarios, considerando el bajo nivel de los precios básicos de nuestra economía.
Más bien la restricción debería graduarse de acuerdo al cilindraje debido a que los motores grandes consumen más combustible y por ahí va un drenaje de nuestros escasos recursos porque la gasolina y el diésel gozan de un subsidio inequitativo. Coincidimos en que los automotores para transporte de pasajeros y de carga no deben ser afectados por ningún nuevo impuesto, pues sirven para el desarrollo nacional, para que la gente de a pie no pague pasajes más caros.
Ahora, el procedimiento es criticable porque se ha preanunciado imprudentemente la subida de los aranceles, dando la oportunidad que se anticipen los pedidos para luego vender más caro como si hubiesen pagado el incremento de los impuestos. Se debe conocer quiénes han tramitado importaciones en diciembre a sabiendas de que la subida iba a producirse. Medidas de esta naturaleza incitan a la especulación, más aun cuando resultan de consensos con los propios interesados. Las autoridades responsables deben controlar que no haya ganancias de pescadores como producto de su imprudencia. Ya experimentamos los abusos de quienes han mantenido los precios altos a pesar de que las anteriores medidas de salvaguardia se derogaron. ¿Quién ha controlado esto? Nadie.
Si se piensa subir los impuestos a la importación de medicamentos para que se puedan fabricar en el Ecuador, se debe prever que no suban los precios y se controle la calidad de estos productos de consumo delicado.
Pero hay que restringir también los televisores de última generación, los celulares de alto precio y los computadores sofisticados, dejando las cosas como están en el caso de los televisores, celulares y computadores medianos que generalmente compran las clases media y pobre.