Culminó, dentro del plazo, la negociación con las operadoras de campos marginales. Aunque la información inicial induce a pensar que el nuevo contrato fue aceptado por solo algo más de la mitad de las empresas, la realidad es otra. Todas las empresas que han realizado inversiones importantes, firmaron.
Solo quedaron fuera las que no invirtieron. Para estas, la negociación fue un beneficio inesperado, pues ahora el Estado las indemnizaría por su valor en libros. Sin cambio de contrato, a las empresas que no cumplían con sus compromisos, como es el caso de aquella a cargo del campo Charapa, se les hubiera podido declarar la caducidad.
Pero eso es secundario. Lo importante es que bajo las actuales autoridades de recursos no renovables, se cumplieron los plazos autoimpuestos. Eso hace pensar que se cumplirán también los plazos con las mineras.
Al último momento, como sucedió con las petroleras, Estado y mineras cederían para aproximar posiciones. La imposición unilateral de condiciones no funciona.
Es de anticipar que los principales contratos mineros se firmarán hacia fines del primer trimestre; un largo quinquenio de estancamiento en la inversión minera y petrolera, que empezó en el gobierno de Palacio, llegaría a su fin.
Este hecho incide significativamente y en forma positiva sobre las perspectivas económicas de mediano plazo.
Desde 2007 el Gobierno incrementa anualmente el gasto público; suben los impuestos y el endeudamiento interno y externo. Esto no podía seguir así: hay un tope al dinero que se puede extraer de empresas y ciudadanos vía impuestos, y del extranjero e IESS vía deuda. Ahora, ingresos frescos de los recursos naturales van a tomar la posta.
A las petroleras privadas, en particular al consorcio chino, Repsol y AGIP, se les concedieron facilidades, entre ellas la ampliación de las áreas en que exploran y producen, que las inducen a invertir. El ministro Pástor considera que en 2011 contratarán equipos, en 2012 invertirán, y recién en 2013 habrá mayor producción.
Si los dos contratos mineros de primordial importancia, con Ecuacorriente y Kinross-Aurelian, se firman a fines de marzo o antes, Ecuacorriente estaría exportando cobre a fines de 2012 o principios de 2013, y Kinross-Aurelian exportaría oro un año después.
Las operaciones de estas dos empresas crecerían en los siguientes años, ya que tienen cada una varias minas de importancia que se irían incorporando paulatinamente a la producción, a lo que se irían sumando otras.
La meta oficial es disminuir la dependencia en el petróleo, y diversificar la economía. Pero las políticas públicas desestimulan la inversión en la agroindustria, y las industrias no tradicionales no dan señas de despegar. La dependencia en la industria extractiva se acentuará.