La historia de la humanidad presenta, entre las más absurdas paradojas, una contraposición del talento empleado en el descubrimiento de medicamentos, equipos y sofisticados insumos, indispensables para la lucha por preservar la salud y la vida, con el ingenio utilizado en la ingeniería bélica orientada a destruir y matar. Las dos acciones, diametralmente opuestas, confluyen en un denominador común: son actividades extremadamente lucrativas.
La tecnificación, cada vez más cara, difícilmente llega, en plenitud, a países pobres y, excepcionalmente lo hace, a altos costos y difícil endeudamiento. Las enfermedades constituyen el peor azote a la sobrevivencia de los seres; enfrentar a esos adversarios es imperativo vital, que justifica toda inventiva y esfuerzo humanos.
Las comunicaciones y la informática han reducido al mundo, de tal manera, que descubrimientos y nuevas técnicas son aplicados inmediatamente en el tratamiento urgente de complejas y angustiosas dolencias.
Permanentemente se pulen procedimientos y se expande la experticia que transforma en solucionables afecciones antes consideradas irresolubles, cuando el nuevo conocimiento es aplicado “en el templo infinito e inacabado del saber, para que la humanidad lo use”, de acuerdo con Gregorio Marañón, en beneficio de quien lo necesite. Existen centros y hospitales que impulsan la investigación y abren las puertas para que especialistas se entrenen, la incorporen y la apliquen en pacientes que requieren, con premura, los tratamientos.
Inconmensurable es la gestión de pioneros expertos que, para difundir sus destrezas, no han dudado en trasladarse a otros países del mundo, aceptar las limitaciones de las instituciones visitadas e imprimir el legado del moderno conocimiento.
Los enigmas de los pacientes con arterias cerebrales que se inflan o se ocluyen, estallan y sangran o producen infartos, incapacidades y, generalmente efectos letales, eran -hace poco- dependientes del entonces único tratamiento posible, el soporte y el cuidado por tenaces y sacrificadas enfermeras; en la actualidad, gracias a esta evolución pujante, que siendo humana, es de inspiración y confirmación divina, pueden ser resueltos, satisfactoria y totalmente, en un elevado porcentaje.
Está en nuestra capital un extraordinario grupo de neurorradiólogos pioneros de estos procedimientos. Provienen de España, Portugal, EE.UU., Francia y Latinoamérica para participar en el Congreso de la Sociedad Ibero, Luso Latinoamericana de Neurorradiología Diagnóstica e Intervencionista, compartir experiencias y avances con neurorradiólogos ecuatorianos para optimizar tratamientos innovadores.