A partir de 1999 se consolido en América Latina la política de Fidel Castro, pero re-loaded. A través de la presidencia de Hugo Chávez en Venezuela, se reavivo el discurso izquierdista y se mercadeo los ideales socialistas empaquetados en el concepto del Siglo 21.
En Argentina triunfa Néstor Kirchner e Ignacio Lula Da Silva en el Brasil. El hilo conductor: la reivindicación del pueblo a través de la confrontación a los poderes fácticos y a la oligarquía, representada por cualquier sector de la población según la conveniencia del gobernante. Evo Morales y Rafael Correa le siguen en Bolivia y Ecuador y el colega sandinista en Nicaragua.
En Uruguay y Chile, con Mujica y Bachelet, se presentan modelos no tan marcados principalmente por el aporte personal de estos dos políticos que eligen un esquema propio y también por las condiciones históricas de la política en estos países, claramente más educada e ilustrada.
Muere Chávez y Kirchner, su esposa le sucede, y al Coronel, un ignorante de extraordinarias proporciones. Pasan los años, el ignorante termina de destrozar Venezuela. En Argentina desde la Casa Rosada la presidenta formó un patrimonio extraordinario que había comenzado el corrupto Kirchner. Lula en la cárcel, Cristina con orden de prisión, Correa en las mismas, Evo sostenido por su incapacidad (dirían sus colegas) de no gastarse el exceso de dinero producto de las materias primas bolivianas, que en manos de Correa o Chávez hubiesen desaparecido y Ortega en Nicaragua con un negocio establecido controlando las empresas del estado y matando gente para sostenerse en el poder.
Cada país y pueblo que eligió al equipo de Castro, termino más endeudado, sin un centavo en sus reservas, con división social, obras magnificas de infraestructura fuente corrupción, países con una credibilidad internacional cuestionada y con las instituciones políticas, económicas y sociales capturadas por el partido de gobierno. Las legislaturas cómplices del proceso y el poder judicial sobornado y actuando como una dependencia de la presidencia.
Increíble revolución, a la final un ejercicio complicado, con una maquinaria propagandística bastante profesional que en resumen provoco la riqueza de los principales de cada gobierno y un retraso de años en cada uno de los países. Es una revolución que no se hubiesen imaginado los Marxistas, ni los Maoístas, pendejos idealistas, no entendieron que el poder de la izquierda está en mantener la lucha de los pobres en el discurso, mostrar obras importantes que permitan triunfos electorales sucesivos para seguir acumulando patrimonio personal.
Este es el real aporte del Siglo 21 en el socialismo, el poder robar a costa del socialismo que pregona. En este caso con mucha suerte, les toco el ciclo alto de los precios de las materias primas. Como se dice en el barrio: Pepo y Chulo, o en el 40 que ya mismo empezamos a jugar los quiteños, caída y limpia.