Con la muerte hace dos semanas del expresidente de Portugal Mario Soares se fue el último de los grandes líderes políticos europeos -Francois Mitterrand, Willy Brandt, Olof Palme, Bruno Kreisky, Pierre Mauroy, Lionel Jospín- y hoy impera en el Viejo Continente la mediocridad política, muy parecida a la que rige en nuestra América Latina bajo el imperio de la videopolítica, que encumbra a los líderes por su telegenia antes que por su inteligencia.
Soares fue uno de los pocos -muy pocos, poquísimos- políticos que eran, al mismo tiempo, caballeros. Fue un socialista democrático que luchó valientemente contra la reaccionaria y fascista dictadura de Oliveira Salazar, que se mantuvo en el poder por 36 años. Y fue apresado y torturado en doce ocasiones.
En 1974 inspiró la denominada “revolución de los claveles” que echó abajo a la dictadura. Se la llamó así porque durante la movilización de los soldados y los ciudadanos revolucionarios la gente les entregaba claveles, que ellos los colocaban en la boca de sus fusiles.
Soares fue el padre de la democracia portuguesa. Durante su exilio en Ginebra en 1964 fundó el Partido Socialista Portugués.
En 1976 fue elegido primer ministro y dio comienzo al “milagro portugués” por el gran crecimiento económico y prosperidad social que dio a su pueblo. Y desde allí trabajó para la liberación de las colonias portuguesas en Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Sao Tomé y Príncipe. En 1983, en una de sus visionarias decisiones, impulsó el ingreso de Portugal a la Comunidad Europea -la Unión Europea actual- que ha contribuido a dar a su país un gran desarrollo.En 1986 fue elegido Presidente de Portugal y reelegido en 1991 para un nuevo período de cinco años.
“El futuro de la humanidad -dijo Soares en una ocasión, con palabras que recorrieron el mundo- está amenazado por el dominio absoluto de los mercados sobre los Estados,
debido a que el dinero pasó a ser el valor supremo, sin principios éticos y sin respeto alguno a la dignidad de las personas”.
Mantuve con Mario Soares una gran amistad. Fue uno de los doce jefes de Estado que me acompañaron en la ceremonia de asunción del poder el 10 de agosto del 88. Y durante nuestro gobierno me invitó a una visita de Estado a Portugal.
Cuando presenté mi “Enciclopedia de la Política” en Madrid -en el amplio teatro de la “Casa de América”- Mario Soares llegó desde Lisboa para comentar y presentar el libro.
Nos acompañaron en la tribuna Federico Mayor Zaragoza, Director Mundial de la Unesco, el Alcalde de Madrid Álvarez del Manzano, el Vicerrector de la Universidad Complutense y un miembro de la Academia Española de la Lengua.
Repito: Mario Soares fue el raro caso de un hombre que hizo política sin apartarse de las normas de la moral y sin dejar de ser caballero.