Detrás de los errores y las rectificaciones del Gobierno hay un patrón común: en la mayoría de casos se trata de temas difíciles de anunciar por sus consecuencias políticas y falta coordinación interna pero, sobre todo, suficiente entereza para asumir los costos.
Si ese patrón ha dado como resultado que una decisión dura como quitar los subsidios a los combustibles se haya implementado parcialmente y no haya tenido el rendimiento esperado, cabe preguntarse cómo piensan enfrentar el presidente Moreno y sus ministros estrella las decisiones que vienen. Si hay un diálogo y un compromiso nacional, debiera centrarse en la economía y el empleo.
Mientras no se tome al toro por los cuernos, seguiremos enfrentados a rectificaciones, a anuncios distractivos, como la media jornada laboral el 1 de Mayo pese a que el 3 será feriado, o al envío de las Fuerzas Armadas para salvaguardar la fauna marina de Galápagos de una depredación que no empezó ayer sino hace años. O nos enteraremos con tardanza de la perversidad de Correa y los chinos para usar los datos del ECU911 en un sistema ‘espejo’, algo que, por supuesto, ya no sucede…
Veamos, mientras tanto, qué pasa en Quito, una ciudad en la que se ha llegado al punto de que los problemas van más rápido que las soluciones y la transición ordenada es ampliamente superada por el desorden de todos los días. La movilidad y la contaminación son un verdadero dolor de cabeza, y no solo en el sentido figurado, mientras que la falta de empleo y la inseguridad preocupan. Si bien las cifras reflejan un leve aumento de los delitos contra personas, se menciona que éstos tienen características más violentas.
Fue potente la fotografía de la reunión entre el Alcalde electo, la Ministra del Interior y la cúpula policial. Tan potente como el anuncio de que Jorge Yunda contará con un equipo de expertos de primera línea para ayudarle a enfrentar los problemas en pocos días.
Pero tal parecería que la inseguridad -de la que livianamente queremos culpar a la inmigración- es algo novedoso. Todos sabemos que ha habido una descoordinación de años. Hay 16 puntos conflictivos; los espacios públicos -parques y zonas como La Mariscal y La Ronda, entre otras- se han convertido en sitios de escándalo y de bebida. En el primer trimestre, la Policía respondió a nada menos que 14 198 llamados de auxilio por el primer caso y a 16 851 por el segundo. De poco sirven unas normas durísimas si no se aplican.
Se trata de un problema de prevención y también de educación y de respeto a la ciudad, que debiera empezar en casa. ¿Por qué amamos tanto el alcohol y las drogas? De lo contrario, no habrá -como de hecho ya no hay- acción policial que alcance. En estas circunstancias, proponer la ‘hora borojó’ puede sonar ingenioso pero es preocupante. El anestésico será más grave que la enfermedad.