Conforme nos acercamos a la fecha de la contienda electoral aparecen una serie de pre-candidatos pero, hasta el momento, nadie se pronuncia concretamente cómo va a administrar la crisis heredada de la actual administración. Las cifras son elocuentes. En la página del SRI se informa que la recaudación a mayo del presente año ha sido de USD 5 454 millones, lo que equivale al 89% de la meta anual y una caída del 16% frente a idéntico período del año anterior. Hay que recalcar que en el pasado ejercicio fiscal se encontraba vigente una amnistía tributaria que, según palabras de la anterior administradora de la Autoridad Tributaria, en términos netos, significó alrededor de 600 millones para el Fisco. Lo anterior nos conduce a pensar que, de continuar la tendencia actual, los ingresos tributarios ascenderían a unos USD 13 000 millones. A lo anterior habría que sumar lo que se recaude por la última reforma tributaria expedida para supuestamente atender los gastos que demande la reconstrucción de la zona devastada por el terremoto. En el 2017, esos últimos recursos ingresarán en una muy pequeña parte a las arcas fiscales. Dicho de otra manera los recursos permanentes se ubicarán muy cerca de la cifra estimada si, como se prevé, no hay mayores modificaciones del precio del crudo y éste se estabiliza en una banda entre USD 50 y 60 durante lo que resta del año y en el ejercicio siguiente.
Si esos son los ingresos, los sueldos y salarios de ese inmenso rol de pagos en que consiste el presupuesto nacional, se llevará las tres cuartas partes. Quedará poco más de 3 000 millones, de los que 1 700 se requerirán para pagar los intereses de usa descomunal deuda acumulada en los últimos años, no por el porcentaje que ella significa con relación al PIB sino por la capacidad de pago que tiene el Ecuador para atender su servicio. Poco más de 1 300 millones quedarán para gobiernos seccionales, subsidios y otros gastos mínimos para mantener en marcha la maquinaria estatal.
¿Cuánto sobrará para destinar a nuevas obras? Casi nada. Lo más probable es que ni siquiera para estos gastos fijos alcance lo obtenido vía recursos permanentes. De allí que resulta inevitable lo señalado por especialistas, que cualquiera que sea el gobierno que tome la posta en mayo de próximo año deberá empeñarse en renegociar la deuda pública, intentando bajar intereses y ampliar los plazos para liberar algo de recursos a fin de destinarlos a obras de carácter indispensable.
¿Cuáles son los pronunciamientos de los candidatos ante este escenario? ¿Cuál será el discurso del candidato oficial, cualquiera que sea el abanderado, ante este desbarajuste? Lo único que parece cierto es que semejante situación es insostenible en el tiempo y demanda acciones inmediatas. La fiesta terminó y hay que estar conscientes de aquello. Corresponde adecuar el lugar y limpiarlo salvo que se quiera, utilizando la metáfora, continuar indolentes ante el estado de cosas. Un chuchaqui amargo.