La noticia del año
El anuncio realizado por los gobiernos de Estados Unidos y Cuba de que reanudarán relaciones diplomáticas, ha sido calificado como una de las noticias más importantes de la última década.
Mucho se ha especulado sobre las razones que llevaron a cada uno de esos Estados a adoptar ese paso trascendental. Lo único que conocemos al momento es que ha habido más de 18 meses de negociaciones con la intervención del propio papa Francisco, del Gobierno de Canadá y del Presidente uruguayo, logrando destrabar los álgidos momentos que deben haberse presentado en este imbricado proceso hasta llegar al anuncio final. Las intenciones de uno y otro país siempre quedarán como materia de estudio de los analistas e historiadores. Pero no se puede descartar que la necesidad de enviar gestos hacia América Latina ha hecho que el Gobierno norteamericano avance en la ruta de restablecer las relaciones rotas por décadas con la dictadura más antigua del continente, reclamada por una serie de gobiernos de la región que de tiempo en tiempo envían mensajes hacia la isla para, hacia adentro de sus Estados, dar la impresión que están por las causas llamadas “progresistas”.Para el castrismo, la oportunidad que se les presentaba es invalorable. Desde siempre deben haber estado trabajando en la forma de cortar la dependencia de la ayuda de un solo país, anclada a la situación excepcional del precio del crudo, que les permitía contar con las divisas que ya no ingresaban después del colapso soviético. Lograr que ciudadanos estadounidenses puedan veranear en Cuba y que se reciban en mayor cantidad remesas de divisas de los familiares de cubanos que habitan en Miami, constituye una fuente más segura y permanente en el tiempo que le vendrá muy bien a la economía de la isla.
Estados Unidos apostará a que los cambios vendrán con el tiempo. Probablemente, existirán compromisos en el sentido que se abran los canales de comunicación de la isla, con lo que más tarde o más temprano los isleños podrán hurgar en otras fuentes de información, de esta forma el sistema de propaganda instaurado por la dictadura perderá la absoluta hegemonía de la que ha gozado, lo que conducirá necesariamente a cambios al interior de ese país.
Lo único que debe preocupar en adelante es que el pueblo cubano, lo más pronto posible, pueda dejar atrás las grandes limitaciones de todo orden que han debido experimentar con ese modelo esquizofrénico y fracasado, producto de la paranoia de sus líderes. En lo inmediato la medida le dará un respiro al Régimen castrista, pero la presión internacional en el futuro deberá orientarse hacia la necesidad de que se restauren las libertades en la isla, principalmente las de opinión y organización y que se permita la existencia de partidos políticos distintos al oficial, para que puedan participar en procesos eleccionarios en igualdad de condiciones. Toda una agenda que tiene que construirse para que, en su momento, si sea relevante la noticia que Cuba dejó de ser una dictadura y su retorno a la democracia sea celebrado por todos.