Es muy gordo lo que se está cociendo, casi tan gordo, como grande es Groenlandia, y no se trata de ella. El exdirector ejecutivo de Google, Eric Schmidt, ha lanzado en el Financial Times un desesperado aviso a navegantes. O los países occidentales desarrollan modelos de inteligencia artificial de código abierto, o se quedarán atrás. La advertencia llega después de que la startup china DeepSeek, nada más empezar el año, le metiese una buena dosis de bromuro a testosterona Trump, asombrando al mundo con el lanzamiento de su R1, un modelo de lenguaje extenso con capacidades de razonamiento avanzado, que tuvo un coste de tan solo 5´5 millones de dólares, el diez por ciento, de lo que le costó a Open AI.
Pero es que resulta que Deepseek no viaja sola. Byteddance, Moonshot, Alibaba, 01.ai, Tencent y otras también andan en ello, solo que Deepseek se les ha adelantado.
Todas tienen en común que se han puesto a innovar a marchas forzadas, para sortear las restricciones a la exportación, proclamadas a los cuatro vientos, por los Estados Unidos. El resultado es que están creando modelos igual de eficientes, a costes ridículamente menores. Una versión del todo a 100 chino, solo que en el campo de la tecnología. Por lo que el intento de limitar el acceso de las empresas tecnológicas chinas a los chips más avanzados, se ha convertido en un sobre estímulo innovativo, que ha producido resultados récord, muy parecidos a los producidos por el dopping.
Por si a alguien no les suenan estas compañías, Bytedance, es la fundadora de Tiktok. Moonshot AI ha sido reconocida como una de las principales startups de IA en China, y en enero de 2025, presentó Kimi 1.5, afirmando que iguala el rendimiento de modelos avanzados como GPT-4 en áreas como matemáticas, programación y razonamiento multimodal. Alibaba es de sobra conocida en el mundo entero, y Tencent, es la reina mundial de los videojuegos, y también de wechat, el más que mejorado whatsapp chino.
Las medidas ultras proteccionistas y nacionalistas de la administración Trump se asemejan a un antiguo relato chino, que aparece en el texto clásico Zhuangzi. Según el mismo, el rey Wu del Estado de Chu estaba inspeccionando sus tierras, cuando vio una mantis que levantaba sus patas delanteras en posición de ataque para enfrentarse a un carromato que se acercaba. Intrigado, el rey pidió a su cochero detenerse y observó cómo la pequeña mantis, completamente inconsciente de su propia fragilidad, intentaba bloquear el avance del vehículo.
El rey Wu quedó impresionado por el valor y la determinación de la mantis, pero también entendió lo absurdo de su esfuerzo. Este episodio dio lugar al proverbio “Una mantis tratando de detener un carromato” (táng bì dāng chē “螳臂当车”). Desde entonces se usa como una metáfora para describir situaciones en las que alguien intenta, de manera ingenua o inútil, detener o enfrentarse a una fuerza mucho más poderosa.
El tratar de poner puertas al campo, el tratar de imponer restricciones, como método para impedir que un país prosiga su camino, quizás pudiera ser exitoso contra países con menos recursos. A día de hoy, China posee los conocimientos tecnológicos suficientes para achicar el gap tecnológico existente, y por lo que se ve, si eso era cuestión de tiempo, no parece que vayan a necesitar mucho.
Como se decía, es muy gordo lo que se está cociendo, y nadie está dispuesto a parar, porque le digan que pare.
José Félix Valdivieso, Director de IE China Observatory, autor del libro “China para los nuevos bárbaros” (Nola editores, junio 2024).