En 1892, Juan León Mera publicó los Cantares del pueblo ecuatoriano. Este trabajo contó con la colaboración de Luis Cordero Crespo, gran estudioso de la lengua quichua, autor de poesía en español y en quichua. En el año de publicación, Cordero ocupaba la Presidencia.
El de Mera es un libro precursor en América del estudio y valoración de la poesía popular. No se le pueden exigir métodos del investigador actual de folclor o del antropólogo. Si bien Cordero le sugirió señalar la procedencia de las coplas, no siguió el consejo; y según propia confesión, desechó ser fiel a la musa popular: al hallar rupturas de las normas gramaticales, decidió “corregir” esas coplas bajo el ingenuo argumento de que regresarán al pueblo y cumplirán así un fin educativo.
Una de las 23 categorías para la clasificación incluye versos “Contra la mala justicia y los malos jueces”. La crítica reiterada es la de la venalidad de estos y de la justicia, que indulta a los poderosos y condena a los pobres: “Para el rico que roba harto,/ No hay ley, ni juez, ni prisión;/ Mas si un pobre roba un cuarto,/ Al panóptico ladrón”. El panóptico había sido recién construido por García Moreno; inauguraron sus celdas algunos de los acusados por el asesinato del mandatario. En otra copla se lee: “A mí no me han condenado/Por salteador esta vez/ Sino por no dar al juez/ la mitad de lo robado”. Y en otra más: “Los jueces, entre nosotros,/ Según dicen las beatas,/ Son inexorables solo/ Con el que no tiene plata”.
Mera recoge cinco cuartetas que proceden de la crónica judicial de la época. Se produjo el asesinato de un indígena. Los jueces dejaron libre al criminal. El pueblo se vengó de este y de quienes lo absolvieron. Los versos se cantaban con una tonada: ‘A la otra banda del río/ Llamado Culapachán,/ Asparon a puñaladas/ Al pobre de Tacuamán”. El poeta narra a su auditorio: “Ya se reunió el Jurado;/ Lo que sucedió verán;/ El muerto quedará muerto/ Y libre Ambrosio Terán”. Son muy raras las coplas que reproducen nombres y apellidos. Mera prefirió omitirlos. Después de otra estrofa contra los siete del Jurado, los versos se burlan del tribunal: “De los Jurados de Ambato/ Que me libre Dios bendito:/ Tacuamán quedó fregado/ Y sin castigo el delito.// Por la pila está corriendo/ La sangre de Tacuamán/Pidiendo justicia al Cielo/ Contra el Ambrosio Terán”. Aspar a puñaladas, quedó fregado, la sangre pidiendo y ‘el’ antes del nombre propio son usos del habla ecuatoriana.
Resulta oportuna la memoria histórica cuando está por conocerse la evaluación de jueces para depurar la Corte Nacional. Los malos jueces y la mala justicia son viejos problemas. Vale la pena recordarlo; pero también que, en varias épocas, el país ha tenido buenos jueces, probos e ilustrados y una justicia respetable.
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