Múltiples causas están tras el problema de los cupos. Están las fallas del sorteo organizado por el Ministerio de Educación que desata un drama en padres de familia, estudiantes y en las propias autoridades educativas. ¿Limitaciones técnicas de los equipos administrativo e informático? ¿Boicot? ¿Irresponsabilidad? ¿Corrupción? ¿Eficientismo? Sea lo que fuere, deben salir pronto a luz los resultados de las auditorías y de la Fiscalía. Sanción a los responsables. Pero hay que ir más allá de buscar culpables.
Existen otros factores estructurales que inciden en el problema: la legítima aspiración de los padres a que sus hijos accedan a una educación de calidad; el imaginario colectivo que confiere a los colegios emblemáticos e históricos ser portadores de calidad; crecimiento de la demanda por educación pública; falta de oferta educativa de calidad cercana a los hogares; nula planificación en el territorio del desarrollo y de la educación con la corresponsabilidad de los gobiernos central y seccionales; nueva ley de educación que reduce la acción de los municipios a temas de infraestructura escolar.
La aspiración de los padres de brindar a sus hijos la mejor educación choca con la real imposibilidad coyuntural del Estado de impartirla de manera universal. De forma exitosa el ex Ministro Vallejo derrumbó, a través de medidas como textos gratuitos y eliminación de 25 dólares en la matrícula, algunas barreras económicas que impedían a muchos niños pobres acceder a la escuela. Aumentó la demanda por la educación pública. Sin embargo, el mismo ex Ministro, no planificó la respuesta a semejante presión. Se dedicó a crear un imaginario de calidad alrededor de una propuesta elitista, inequitativa y excluyente: los ‘Colegios del Milenio’ y los bachilleratos internacionales reforzando en la gente la tradicional cultura de que ‘algunos y pocos’ colegios brindan esa educación: los históricos. Con ello los padres cultivan y enfrentan un mito: la calidad. Según las evaluaciones del Ministerio el promedio nacional de las pruebas a los estudiantes del sector público y privado es de menos diez sobre veinte. Los profesores también tienen problemas.
Pasado el drama actual, el tema de los cupos abre un debate a asuntos sustantivos, por ejemplo, el del derecho de ‘todos’ a una educación de calidad, no solo de los abanderados, sino particularmente de los que fracasan en el sistema escolar.
No es hora de triturar la Ministra Vidal. Su actitud de escuchar a los padres, de pedir públicamente disculpas por el fracaso del operativo de cupos, de plantear uno nuevo, habla bien de una funcionaria que tiene la oportunidad de superar errores de concepto de gestiones anteriores y de plantear una agenda educativa renovada con participación, que es lo que ya empezó a hacer. Vamos por soluciones.