La separación –días atrás- del General Castro, de la función de Comandante General del Ejército, a la que siguió su declaración de presentarla como represalia por haber denunciado con conocimiento del Consejo de Generales de la Fuerza Terrestre –que puede ser por cual vía de comunicación, acorde con las tecnologías modernas- que se habría roto parte de la cadena de custodia del material electoral del 19 de febrero del 2017 ha abierto el debate de lo que debe entenderse por obediencia de las Fuerzas Armadas ante el poder civil.
Por decisión presidencial, en algo más de un año, se ha enviado al retiro a 17 oficiales generales de las Fuerzas Armadas, con el arbitrio de lo que podría definirse como “pirueta jurídica”, por la norma que establece que el nuevo mando necesariamente debe ser escogido entre los tres oficiales que le sigan en antigüedad al separado. Para simular cumplirla, se designa al tercero, el cual inmediatamente es separado y así se genera una nueva terna, a fin de encontrar al que se piensa va a ser leal a ultranza.
Podría considerarse dos visiones.
Una de Fuerzas Armadas profesionales, que está en la Constitución del Ecuador. Los militares deben ser obedientes y no deliberantes, pero para nada a ciegas, sino en el marco de la Constitución. Deben estar sujetos al poder civil, cuando éste actúe con apego a la Constitución y al orden jurídico. Nunca marionetas, ni títeres. El último inciso del Art. 159 de la Constitución es explícito: “Las autoridades de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional serán responsables por las órdenes que impartan. La obediencia a las órdenes superiores no eximirá de responsabilidad a quienes las ejecuten”. Puede ordenar el Presidente, el Ministro de Defensa o la autoridad electoral una acción o una abstención del personal militar, pero éste será el responsable de lo que haga o deje de hacer y no podrá liberarse de responsabilidad, por solo decir que lo que hizo fue acatar una orden.
La otra, la de la confusión de la Fuerza Armada con el proyecto político, ha sido esencial en todo proyecto totalitario, llámese revolución o con otro nombre. Hugo Chávez el 2007, proclamó “La Fuerza Armada es parte del proyecto político. No se puede separar el pensamiento militar del político”. Se ordenó que toda comunicación militar lleve el lema “Patria, Socialismo o Muerte”. En julio del 2008 se dictó la ley de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, incorporándose el enunciado “la Fuerza Armada es hoy y cada día más profundamente revolucionaria, antiimperialista, socialista y popular”. El Jefe de Estado en Venezuela es Comandante en Jefe de la Fuerza Armada, que no lo es en el Ecuador.
Soldado ecuatoriano, ¿tiene claras las dos visiones?