Golpe siniestro el secuestro, en territorio ecuatoriano, del equipo periodístico de EL COMERCIO. Llegaron a la frontera con Colombia, en donde habían sido asesinados civiles y militares ecuatorianos por delincuentes de la ex FARC.
Trágicas e inciertas las fronteras que pretendían definir los límites de los países iberoamericanos con posterioridad a la independencia. Venas abiertas aquellas fronteras: chorros de sangre y de recursos ahí regados en desiertos y selvas.
‘Masamaclay’, esa palabra guaraní que significa la tierra en la que se enfrentaron los dos hermanos: Bolivia y Paraguay. Bolivia intenta por enésima vez tener una salida soberana al Pacífico que la perdió en una guerra con Chile hace más de 100 años.
El caso ecuatoriano: un millón seiscientos mil kilómetros cuadrados cuando nos integramos a la Gran Colombia. Luego del Tratado de Paz con el Perú, doscientos setenta mil kilómetros cuadrados. Esto es reducidos a la mínima expresión sin ni siquiera ese precioso puertito, Rocafuerte, a orillas del Napo cuando es plenamente navegable todo el año y significaba una salida soberana al Amazonas. Vino la paz, un bien precioso es verdad. Si con Colombia, luego de cercenamientos, también nos manteníamos en paz, había llegado la hora de cerrar esas venas abiertas que nos consumían. Pensar por fin en salir del pantano del subdesarrollo. ¡Adiós a las armas! La Suiza de América nuestro lindo Ecuador.
Sueños de perro, los nuestros. El Plan Colombia, con el protagonismo de los Estados Unidos, contemplaba empujarles a las FARC hacia el Sur hasta obligarlas a que pasaran la frontera con nuestro país, y así comprometernos en la contienda. Lo de Angostura fue el colmo de la felonía del presidente Uribe: permitió que aviones norteamericanos y colombianos bombardearan un puesto guerrillero ubicado ya en territorio ecuatoriano. Nuevamente las venas abiertas: los mercaderes de armas haciendo su agosto.
Disueltas las FARC, derrotadas por la opinión pública, la paz, relativa, en Colombia. Nosotros, jodidos como siempre. Ecuador un país vulnerable y más desde cuando los dueños del país, hace más de 20 años, metieron las manos en la Justicia (fue EL COMERCIO el diario que documentó el hecho). Desde entonces, de mal en peor. Fuimos constituyéndonos en un paisito sin Dios ni Ley para las mafias narcotraficantes. Una réplica de lo que sucede en México. Los capos, en las cercanías de los poderes fácticos. La narco guerrilla en el plan de invadirnos. Pese a lo dicho, tenemos que salirles al paso con las armas.
A los tres periodistas de EL COMERCIO los queremos vivos. Son profesionales que fueron al área de conflicto con el fin de informar; darnos su versión documentada de lo que ocurría. Por ningún concepto podemos aceptar otra solución que no conlleve la vida de nuestros colegas.