De un tiempo a esta parte el chat de mi teléfono ha rebozado con chistes sobre Sharon: ‘¿Qué es Unicef? Fácil –responde Sharon– la ropa que usan hombres y mujeres’. ‘Dime dos nombres que lleven tilde. Claro que sí–dice Sharon– Matilde y Clotilde’. Hay otros que son impublicables.
A veces me reí de buena gana con algunos de esos juegos de palabras. Después de todo, no hay figura pública en el mundo que no esté expuesta al humor –a veces inocente, a veces corrosivo– de admiradores y detractores. Sin embargo, la machacona insistencia con la que siguen apareciendo esos chistes reciclados es señal de que nos estamos ensañando injustamente con esta señora que representa una corriente artística popular importante en nuestro país.
Quiero romper una lanza en favor de Sharon y contarles lo que, al parecer, es el génesis de todo esto. Sharon viajó a Argentina invitada por un programa de TV de aquel país. (El video está en YouTube. Digite ‘sharon tinelli’ para encontrarlo). Lo que supuestamente era una invitación para hablar sobre el trabajo de esta diva ecuatoriana fue, más bien, una grosera tomadura de pelo.
El programa inicia con bromas que arrancan risas legítimas. Pero a medida que avanza el show, la supuesta propuesta humorística se convierte en un circo de procacidades que termina con uno de los participantes totalmente desnudo, mostrando sus genitales a la artista ecuatoriana. Como es lógico, Sharon se indigna, reclama airadamente por el trato recibido y pide un taxi para salir de allí. Fin del video.
Está bien reír con algo que nos parezca ‘kitsch’ o peripatético, pero llegar a extremos como a los que se llegó con Sharon es absolutamente inaceptable. Algo parecido –aunque mucho menos grave, por supuesto– le sucedió a Delfín Quishpe, otro cantante ecuatoriano que ha sido objeto de befa en programas de TV chilenos y argentinos.
Hace unos quince años mi hermano y yo nos desternillábamos con las ocurrencias de José María Listordi, el actor que se mostró en pelota viva frente a Sharon. Era un humor afilado, nuevo para nuestro medio acostumbrado a bromas más bien pacatas que, no obstante, jamás llegaba al agravio.
Lo que se hizo ahora con la artista ecuatoriana es completamente diferente. Sharon fue insultada y vejada por un programa de TV. Sus productores deberían pedir disculpas públicas a la artista y nosotros deberíamos dejar de reenviar los chistes sobre ella que circulan en nuestros teléfonos.
Burlémonos todos de nuestra candidez y, por qué no decirlo, de nuestro provincialismo. Aquello es saludable y hasta conveniente. Pero no inmolemos a una señora que tuvo la mala suerte de creer en la buena fe de un programa y acudió a él sin saber qué clase de trato le esperaba.