No es un ejercicio de comparación sino de resaltar las coincidencias en el periodismo de investigación y la libertad de expresión. Jorge Lanata, emblemático y difícil periodista argentino, en su programa ‘Periodismo para todos’ expuso el producto de una investigación sobre la fortuna de un íntimo grupo familiar del matrimonio Kirchner que, en los últimos años, ha tenido la suerte de ver acrecentada exponencialmente su riqueza patrimonial. La investigación, por el profesionalismo que acredita al periodista es rigurosa y fundamentada, con el ahínco y el rigor que exige el riesgo de salpicar con el barro de la verdad al poder.
Es difícil saber si en otros países es posible una tarea de tal magnitud y peligro, puesto que el testaferrismo puede ser más tecnológico y los organismos de control y fiscalización son férreamente gubernamentales. Ante tal blindaje, el aumento intempestivo de millonarias riquezas solo es perceptible a los ojos de los vecinos y a un ejercicio del poder donde la lealtad es mucho más valorada que la honestidad.
En el Ecuador, mientras tanto diario El Universo presentó reportajes sobre lo cuales hay que taparse la vista para evitar que encandilen verdades encubiertas. La respuesta era previsible: denuestos y amenazas del poder; desconocimiento en los funcionarios de control del Estado que, anticipándose a la decisión presidencial, no leen la prensa prohibida y complicidad de una oposición que solo aspira llegar a un curul en una República donde la corrupción compite con la inseguridad en los primeros lugares de la preocupación ciudadana. En el caso ecuatoriano sorprende por su impudicia el ataque al editor general de El Universo Gustavo Cortez sin otro indicio que su labor profesional y publicar investigaciones que en vez de indagaciones generan una solidaridad rayan en la complicidad.
El periodismo de investigación es un género o un capítulo de gran exigencia profesional y enorme riesgo personal. En la Argentina de Lanata se alcanzó la excelencia en viarios trabajos que se hicieron libros en la época de Menem, recordándose entre otros a la ‘Joya de la Corona’ de Horacio Verbitsk y ‘La Venta de Armas’ de Daniel Santoro. En Ecuador el más reciente caso es ‘El Gran Hermano’ de Juan Carlos Calderón y Christian Zurita que del periódico saltó a la librería y luego a los tribunales.
Ahora le ha tocado el turno a Gustavo Cortez quien es imputado de ser el personaje que desde cavernas donde se encuentra su escritorio en la redacción que dirige, promueve e incita a que se investigue hechos públicos que jamás serán indagados y menos difundidos por los medios gubernamentales. Sin embargo, con el debido cuidado y cautela, el periodismo de investigación de los casos que el poder oculta o desfigura con su maquillaje continúa adelante. Como si recordará aquella frase dialéctica de Sartre en ‘La República del Silencio’: “jamás hemos sido tan libres como bajo la ocupación alemana”.