Michel Temer
Presidente de la República Federativa del Brasil, en ejercicio
Falta exactamente un mes para el comienzo del evento deportivo más grande del mundo y Brasil puede afirmar con seguridad: estamos completamente listos para recibir los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, que serán los primeros en realizarse en el continente sudamericano.
Ya fue inaugurada la Villa Olímpica, que recibirá la mayor parte de los 17.000 atletas que participarán de los Juegos en uno de los escenarios más hermosos de Río de Janeiro. Las instalaciones deportivas, en especial el Parque Olímpico, en Barra da Tijuca, también ya fueron entregadas.
El país preparó un sólido programa de seguridad, que contará con 85.000 profesionales de distintas fuerzas del gobierno federal, estatal y municipal, para garantizar que la fiesta deportiva se lleve a cabo en un ambiente de total tranquilidad y paz. Esa fuerza actuará de manera integrada para asegurar la protección de los atletas, comisiones técnicas, jefes de Estado, autoridades, turistas, residentes y periodistas.
No será la primera vez que mostramos al mundo nuestra capacidad de organización y recepción segura y acogedora de los visitantes. En los últimos años, el país ha acumulado experiencia en mega eventos de nivel internacional. Fuimos sede del Mundial, los Juegos Panamericanos, los Juegos Mundiales Militares, la Jornada Mundial de la Juventud y la Copa de las Confederaciones. Todos alcanzaron un éxito rotundo, ejecutados con excelencia, responsabilidad y con la alegría propia de los brasileños. Repetiremos ese éxito una vez más.
Los Juegos mostrarán al mundo una nación con democracia consolidada y una de las principales economías globales. Un país con un gran potencial para los negocios y también referente en políticas de reducción de la desigualdad. Río de Janeiro recibirá cientos de miles de turistas nacionales y extranjeros durante los Juegos. Las otras cinco Ciudades del Fútbol – São Paulo, Salvador, Manaus, Brasilia y Belo Horizonte – también estarán repletas de aficionados brasileños y extranjeros. Ser anfitriones de un evento de esta magnitud es un gran logro del pueblo brasileño y un motivo de orgullo nacional.
Es importante destacar que el 60% de las inversiones en las instalaciones olímpicas, que totalizan 7.070 millones de reales, son financiadas por el sector privado. Y los recursos y empeño aplicados dejarán un legado para todo el país.
En primer lugar, los Juegos difunden en todo el Brasil los valores del deporte: cooperación, solidaridad, disciplina y superación. En el plano más concreto, también dejarán como herencia para los brasileños una red nacional de entrenamiento, con excelentes instalaciones en las cinco regiones del país destinadas tanto a la iniciación deportiva como al alto rendimiento.
En Río de Janeiro, los Juegos han tenido un impacto importante en la ejecución de las políticas públicas. La ejecución de distintos proyectos de infraestructura y movilidad en la ciudad fue acelerada, ampliada o posibilitada por el hecho de ser la sede del evento.
El beneficio directo que tendrán esas acciones sobre la calidad de vida de los habitantes es evidente.
En las últimas semanas, difundieron por el mundo la posibilidad de ocurrencia de brotes de enfermedades tropicales durante la competición. Podemos garantizar, como lo ha hecho la Organización Mundial de la Salud, que es prácticamente inexistente el riesgo de que ocurran casos del virus zika durante los Juegos.
El invierno en el hemisferio sur registra históricamente bajísimos índices de enfermedades transmitidas por el Aedes Aegypti. Los casos de zika han disminuido drásticamente en las últimas semanas en Brasil y en Río de Janeiro. Recuerdo que, en la Copa Mundial de Fútbol de 2014, cuando 1.400.000 visitantes extranjeros vinieron a Brasil, hubo un pronóstico de epidemia que nunca se registró. El área de salud contará con un ambiente favorable para los turistas durante los Juegos.
Brasil está preparado para recibir a todos los visitantes que tendrán el placer de seguir de cerca las competiciones que reúnen a la elite de los deportistas internacionales. Y, seguramente, tendremos mucho que mostrar a las 5.000 millones de personas que verán los Juegos alrededor del mundo. Brasil los espera con los brazos abiertos.