Al Gobierno se le acabaron las medidas creativas para afrontar la crisis económica. Y si algo evidencia la carencia de ideas nuevas es la propuesta de incrementar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 12% al 14%, lo cual ha generado descontento no solo en la mayoría de la población sino también en las propias filas del oficialismo.
El asambleísta oficialista Fausto Cayambe propuso la semana pasada que el IVA suba solo al 13%, en un intento fallido de flexibilizar la medida. Pero un alza de impuestos no se puede disimular, y menos cuando ese aumento va en contra de una promesa que el Gobierno ha repetido por nueve años: no afectar a las personas de menos recursos. Y es que el alza del IVA afecta a los que menos tienen, algo que el presidente Correa sabe porque lo escribió en un libro hace cuatro años, cuando explicaba que el IVA es un impuesto regresivo, donde el que más gana es el que menos paga en proporción a sus ingresos.
Algunos asambleístas oficialistas y otros funcionarios del Gobierno no pueden explicar ese cambio en el discurso del Régimen, como tampoco por qué no se cumplió la oferta de campaña del 2006, cuando el Presidente decía que en su gobierno no habrá paquetazos y que reduciría el IVA al 10% para estimular la producción nacional y aliviar así el costo de la vida a los más pobres del país.
Hacer lo contrario implicará, entonces, desestimular la producción e incrementar el costo de la vida de la población, lo cual tiene a muchos oficialistas en el dilema de apoyar o no la medida. Saben que la recaudación por IVA viene cayendo desde hace 10 meses y que aumentar la tasa al 14% no es la solución, pues además significará inflación y menos poder adquisitivo para la población, ya que el 58% de los productos de la canasta familiar pagan IVA. Por más que las autoridades digan que el alza del IVA será temporal, no hay razón para confiar. Lo mismo se dijo de las salvaguardias, pero se amplió un año más.