El barco Rachel Corrie fue abordado por comandos israelíes y llevado al puerto de Ashdod. Antes, lo conminaron a retirarse o dirigirse a territorio hebreo. Los judíos no podían hacer otra cosa. Si lo dejaban llegar a Gaza vendrían otros. Hasta que se produjera una verdadera catástrofe. Dentro de la torcida lógica extremista islámica no hay acto más valioso que el martirio. El propósito no es abastecer a Gaza, sino generar conflictos, llamar la atención, subrayar la imagen de un Israel perverso contra los palestinos y, si se puede, irse al cielo con las virginales hurís prometidas por el Corán.
Lula aseguró que Israel no tenía derecho a hacer lo que hizo y habló de un “bombardeo” a la flotilla. Ecuador llamó a consultas a su embajador. Nicaragua rompió relaciones con Israel. Chávez, que ya lo había hecho, al igual que Evo, lo maldijo airadamente y aseguró que el Mosad intentaba matarlo. Raúl Castro se apresuró a condenar enérgicamente al Estado hebreo.
Israel tiene un gravísimo problema de comunicación. Para muchos, haga lo que haga: es culpable aunque demuestre su inocencia. Es el único Estado del planeta que no tiene derecho a defenderse. Sus enemigos esperan que se deje aplastar dócilmente. ¿Por qué? Porque los elementos antidemocráticos, especialmente la izquierda, lo han convertido en el enemigo perfecto. No ven el asombroso desarrollo técnico y científico, ni sus libertades, ni sus instituciones democráticas. Para ellos, Israel solo es la punta de lanza de EE.UU. y del capitalismo en el Medio Oriente. El antiisraelismo hoy es una ideología, como antes el antisemitismo. Por eso intentan destruirlo.
Desde el santuario de Gaza, Hamás ha lanzado cientos de obuses y misiles contra los israelíes. No son acciones de palestinos incontrolables, sino planeadas por la jefatura terrorista. De ahí que fuera muy importante inspeccionar las mercancías que podrían traer pertrechos de guerra. El Derecho Internacional Humanitario, justifica la acción israelí: “Podrán ser capturadas las naves mercantes de las que se tengan motivos razonables para creer que violan el bloqueo.
Exactamente lo que temía Israel: muchos activistas humanitarios (no todos) eran instrumentos de desestabilización y apoyo de Hamás, que controla Gaza. Por eso los jefes de la operación se negaban a utilizar el transporte terrestre ofrecido por Israel. Por eso, y porque se trataba, en verdad, de una operación de propaganda basada en la presunción de que los israelíes, presionados por la opinión pública, no se atreverían a utilizar la violencia para detenerlos, les permitió imaginarse el arribo de la flotilla a la franja, en medio de vítores.
¿Cuáles son las opciones de Israel? No muchas. Mientras Gaza sea feudo de Hamás, a Israel no le queda más remedio que verla como un enemigo. La perseverancia es una virtud del pueblo hebreo. Les tomó dos mil años regresar a Jerusalén. Y ahí están.