En medio de la aguda crisis económica que se vive –con discursos y propaganda oficiales que pretenden ocultar la realidad y los sucesos que concertadamente provocan, que incluyen contra los militares, como cortina de humo para tener distraído al país- las organizaciones y movimientos políticos ponen la mirada en las próximas elecciones.
Los sectores de oposición cuestionan al gobierno y se pronuncian por cambiar el modelo correísta, recuperar las instituciones, la plena democracia y las libertades, hoy conculcadas. Buscan la independencia de las funciones del Estado, hoy todas controladas por el poder central, incluida la justicia. Terminar con la impunidad y fiscalizar tanto acto de corrupción en diez años. Impulsar acciones para enfrentar la crisis económica, generar confianza para reactivar al sistema productivo y crear fuentes de empleo. Según el FMI, como están las cosas y si se hicieran rectificaciones la economía ecuatoriana volvería a crecer recién el 2021 y en forma modesta: el 1,5 %. La recesión seguirá aunque el oficialismo disfraza y dice que la situación está en mejoría pero la gente no siente.
Sin embargo de este panorama complejo, los esfuerzos han sido hasta hoy estériles para lograr acuerdos y unidades políticas, especialmente en los sectores de centro hacia la izquierda. En la derecha hay dos exponentes y resulta difícil lograr una sola candidatura.
Líderes y ex dirigentes quieren apuntar a candidatos jóvenes. Está bien, pero este es un momento especial cuando se lucha contra un poder que controla todo, incluida la función electoral. No aprenden de la historia y de experiencias ajenas. No se puede comparar y existen diferencias pero para salir de Franco en España se concretó el pacto de Moncloa. En Chile entendieron que para salir de Pinochet debieron lograr el pacto de la Concertación. En Perú llegaron a un acuerdo para salir de Fujimori y recuperar la plena democracia, las libertades, investigar y sancionar la corrupción y las violaciones de DD.HH.
Los diversos sectores hablan de lo que harían en el nuevo gobierno, pero no reparan que primero necesitan ganar las elecciones y entendimientos para la Presidencia y la Legislatura que les permita cambiar este modelo concentrador. No toman conciencia que resulta irresponsable ir divididos y hacerle el juego al oficialismo. No insistir en las unidades frente a un gobierno que le ha llevado a esta crisis puede ser fatal. No pueden ser miopes. Si no insisten en alianzas pueden desperdiciar lo que la mayoría siente y responde en encuestas. Más de un 70 % considera que el país va por mal camino. El optimismo se ha reducido a menos del 30 %. Más de un 75 % cree que la dirección de la economía no es correcta e incide en la vida diaria de la gente. Más del 70 % se queja del desempleo y más del 80 % reclama que esto debe cambiar.