Como una expresión más de la ideologizada y fanática visión que guía nuestra política exterior, el Ecuador, junto con Venezuela, Cuba y Nicaragua, recibirá en próximos días al Presidente de Irán. Esta visita de Estado se producirá en medio de las tensiones crecientes con Occidente a causa del programa nuclear iraní y las desafiantes maniobras militares ejecutadas en el estrecho de Ormuz, paso vital del crudo del Golfo Pérsico. Coincide, además, con la promulgación de sanciones norteamericanas contra toda institución financiera que realice operaciones con el banco central iraní.
La absurda aproximación del Ecuador hacia Irán obedece a dos factores primordiales: el odio natural a EE.UU. que todo “revolucionario de izquierda” debe portar en su ADN y los dictados de la Alba –léase Venezuela-, como vectores de nuestra política internacional. Es preciso anotar que la hostilidad gratuita de Alianza País (AP) hacia los EE.UU. contrasta dramáticamente con los sentimientos del pueblo. En la última encuesta de Latinobarómetro, el 80% de los ecuatorianos mantiene una buena o muy buena opinión de EE.UU. y considera su influencia como positiva. Simultáneamente, y a pesar de los enormes esfuerzos propagandísticos del Gobierno, solo un 35% de la población tiene una buena opinión sobre Irán.
Los coqueteos diplomáticos con Irán serán recogidos por la historia como una de las mayores contradicciones e imposturas de la “revolución ciudadana. Mientras AP dice defender los derechos humanos, la igualdad de género, las preferencias sexuales y las libertades religiosas, Irán y sus barbaries expresan todo lo contrario. Según el reporte de la Secretaría General de las NN.UU., la situación de los derechos humanos en Irán continuó degradándose durante el 2011. Existen pruebas incontrovertibles sobre torturas, flagelaciones y amputaciones; ejecuciones de opositores, menores de edad, homosexuales; abusos monstruosos contra la mujer. Imposible comprender, entonces, la clase de sintonía que las mentes lúcidas y los corazones ardientes de AP pueden guardar con un sistema decadente y oscurantista como el de Irán.
Hace cinco días, el presidente Obama expidió una ley que impone sanciones a las instituciones financieras -bancos centrales incluidos- que ejecuten transacciones con el banco central iraní. Estas sanciones incluyen el congelamiento de activos y la imposibilidad de acceder a los mercados financieros norteamericanos. Recordemos que en diciembre del 2008, el Banco Central del Ecuador firmó un acuerdo bancario con su par iraní y accedió a líneas de crédito para compras de hasta USD 120 millones.
Con una economía dolarizada y una gran dependencia del mercado norteamericano, los ecuatorianos aguardamos con inquietud la siguiente jugada de la Cancillería frente a Irán.