Los índices de inseguridad y violencia han llegado a niveles nunca antes vistos en el Ecuador. El número de muertes violentas se ha duplicado desde el año pasado: si en el 2021 se produjeron 1040 asesinatos, esta cifra, a junio de 2022, llega a 2106 casos.
Como mencionan informes de la Policía Nacional, este aumento de la violencia se debe principalmente a la expansión del narcotráfico en el Ecuador y a los enfrentamientos que se dan entre bandas delictivas que se disputan territorios que son ocupados para, en unos casos, el expendio de droga (microtráfico) y, en otros, el acopio y reenvío de cargamentos al exterior.
Hay que tomar en cuenta que el porcentaje de cultivos de coca ha aumentado en Colombia, lo que genera mayor presión en Ecuador. Nuestro país es considerado como la autopista del narco y se estima que más del 30% de la droga producida en Colombia pasa por nuestro país.
Por ello las provincias que tienen salida al mar y en donde existen puertos de carga es donde se concentra el mayor número de casos de sicariato y asesinatos. El 71% de casos se presenta en las provincias de Guayas, Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y El Oro.
A más del incremento de las muertes violentas, llama la atención la forma en que se producen. Muy similar a lo que ocurre a diario en México. Es más, se aprecia que la disputa entre los carteles mexicanos más poderosos (Jalisco Nueva Generación y Sinaloa) se ha trasladado a nuestro país.
Mientras esto sucede, el gobierno del presidente Guillermo Lasso no sabe cómo reaccionar. Al igual que el problema social, no se da cuenta que el problema más grave y urgente del Ecuador es la inseguridad. Se aprecia la falta de políticas, estrategias y planes adecuados que aborden las causas de la inseguridad.
Del mismo modo, los municipios ven con desdén este problema porque consideran que no es su responsabilidad. La prevención, protección y convivencia ciudadana es tarea de los municipios (Art. 54 COOTAD), sobre todo a través de un modelo integral que genere mayor cohesión social.