El título de este micro ensayo no es una grosería; tampoco una reflexión en doble sentido, sino en uno sólo… porque tiene como propósito recuperar la lucidez -perspicacia, inteligencia, sagacidad y clarividencia-, para no equivocarnos y elegir mandatarios preparados, visionarios y estadistas.
Se ha dicho que los líderes del país -con las excepciones del caso- no se han formado para gobernar, sino para administrar intereses particulares. La gigantesca red de corrupción que invade nuestro país, ya no necesita alertas: el supuesto narco Estado denunciado hace años, por Francisco Huerta Montalvo, nos envuelve todos los días con malas noticias, que deprimen a los ciudadanos, al haberse minado la confianza en la democracia, y erosionado lo más preciado: la libertad.
Una digresión: Las parodias antiguas, con ocasión del Día de los Inocentes, ya no se registran en las comunidades ni en los planteles educativos; la parodia es diaria y continua, y se nutre de los escándalos en instituciones importantes como la justicia, la política y la economía. El descalabro del Estado y la sociedad ha llegado a extremos, cuando, según estudios recientes, más de un millón de ecuatorianos desean emigrar. ¿Cuándo perdimos el rumbo?
Los datos son impresionantes: veinte empresas públicas están en quiebra; dirigentes sindicales públicos ganan sueldos astronómicos, en función de contratos colectivos; algunos tribunales de justicia están tomados por los carteles; connubio de intereses entre actores políticos, y lo más grave: el silencio de las Universidades y de la Iglesia, que se une a la indiferencia mayoritaria.
¡Somos inocentes, es cierto, pero no tontos! La democracia electoral no es la verdadera democracia. Debemos elegir dignatarios como derecho y deber, pero la participación debe reivindicarse. Al reinado de las redes sociales que han inundado nuestras vidas, hay que oponer racionalidad, buen juicio y sentido común. ¡Y no solo corazonadas, caldo de cultivo de los populismos!
Y una verdad insoslayable: los votantes somos corresponsables de la crisis nacional. Es tiempo de reaccionar y recuperar nuestro amado país, el Ecuador.