Original y sin duda muy positiva la réplica del diplomático Dr. José Piedrahíta Flores a un artículo que publicara el Dr. Enrique Ayala Pasquiel, bajo el título de “Crimen planificado”. Original porque no es frecuente un ensayo histórico de esta índole en torno de nuestras raíces nacionales –lo que de paso, testimonia una vez más la plena libertad de pensamiento de EL COMERCIO–, y muy positivo porque siempre las discusiones, los debates y las controversias intelectuales aportan con luz y aclaran el oscuro panorama de la verdad.
El caso fue que Ayala, siguiendo a autores como Pedro Moncayo y Roberto Andrade, culpa de la muerte de varios integrantes de la sociedad “El Quiteño Libre” –una especie de partido político de nuestros comienzos– al primer presidente de la República, el general Juan José Flores, uno de los proscritos de nuestra historia, de chismorreos, leyendas pueriles y resúmenes ilusorios.
Fuera de las filas del Ejército, para el tercer año de gobierno, ya se había ‘evaporado’ la popularidad inicial del Mandatario, como trasunto de diversas causas. La sociedad opositora empezó a editar un periódico de su mismo nombre y las elecciones parlamentarias de medio período fueron tormentosas de allí surgió un núcleo de diputados adversarios, que pronto reconoció como líder a Vicente Rocafuerte, vuelto después de larga ausencia por países del exterior.
Un momento muy crítico de la imberbe República fue el pedido de facultades extraordinarias por el régimen floreano; con gran violencia verbal Rocafuerte, se opuso y, como represalia, se dispuso su destierro. Parece que llegada a este punto, la oposición se precipitó; entró en arreglos subversivos y hasta quiso apoderarse de un recinto militar.
Si bien no todas las versiones son uniformes, es posible que hayan sido repelidos a bala y que allí cayeran cuatro víctimas, entre ellas el inglés Francisco Hall, ideólogo del grupo y fervoroso de las ideas del ‘utilitarismo’ de Bentham que por entonces estaba de moda.
De esta suerte y a 178 años de distancia, se reanudó el debate: ¿Fue planificada o no por el presidente la victimación de los de El Quiteño Libre?, pero de ninguna manera se trata de un debate ocioso, porque ha llegado la hora de sentar sobre bases firmes la memoria colectiva del Ecuador, con el fin de que la historia preste de verdad el inestimable servicio de “maestra de la vida de los pueblos”, desvaneciendo como pompas de jabón, las injustas y desorientadas opiniones de uno y otro sentidos.
Solo de paso: para el específico tema son muy ilustrativas, las narraciones de Gosselman sobre los países sudamericanos; del principal especialista sobre Flores, el profesor de la ‘Universidad Católica’ Jorge Villalba y el libro de Diego Pérez O., en torno del drama íntegro de El Quiteño Libre, sus actos y sus actores.