Se oye un sonoro estornudo en el bus… Nadie dice ni hace nada… todo sigue normal. Solo yo, que no sé dónde meterme, pero tampoco hago ni digo nada, por temor a alguna mala cara o insulto. La persona del estornudo, toda campante, vuelve por segunda y tercera vez a su elocuente entrega de microbios. Autorizado por el estornudo se hace presente, en otro lado del vehículo, una potente tos derivada de unos pulmones congestionados. Entonces pensé: “Seguro… treinta contagiados”, angustiado por la actual expansión de la influenza, y de la inminente visita del “corona virus”.
Pero este hecho no sólo se da en los buses populares. Se presenta en las oficinas, públicas y privadas, en la calle, en el cine, o en cualquier supermercado de algún elegante centro comercial. Estos descontrolados estornudadores, son seres, de cualquier clase social, que no se percatan que están enfermos y que son portadores de algún bicho microscópico que puede dañar a los vecinos de al lado.
Estos enfermos no solo que no saben lo básico de salud y normas de higiene, sino que no tienen ninguna consideración ni solidaridad con el prójimo. Entonces, es probable que algunos de estos personajes cuanto están bien de salud, arrojen basura en las calles, no recojan las heces de sus mascotas, escupan por las ventanas de sus autos, orinen en las esquinas, o manejan como locos en las avenidas y carreteras. Pero podrían ser los que no pagan impuestos, que “compran” a empleados públicos para obtener contratos, que en las elecciones votan por cualquier aventurero o mesías a cambio de canonjías o puestos para los parientes. O si se hacen políticos, asaltan las arcas fiscales.
La existencia y expansión de estos personajes es reflejo de un total déficit de ciudadanía, entendidas como el ejercicio pleno de derechos y responsabilidades. Es reflejo de la debilidad de las instituciones, del deterioro social y de las familias y de la crisis educativa.
¿Cómo se cura este mal? Con educación, en las aulas, en las casas, en los parques, en las calles, en los buses, supermercados y cines. Pero no una educación cualquiera, sino la integral, que le enseñe a la gente matemáticas, lenguaje, ciencias, y le forme en sensibilidades, valores, higiene, solidaridad, convivencia pacífica, ciudadanía responsable.
Frente a la amenaza de una enfermedad altamente contagiosa como el corona virus, se requiere de un sistema de salud eficiente: médicos y enfermeras bien formados, y hospitales bien dotados. Pero la mejor defensa es una población educada. Por esto en estos días, a uno de los actores estatales le ponía este twitter: “Señor alcalde @LoroHomero en los buses la gente estornuda sin ninguna protección. ¿Será que la alcaldía coloca unos carteles educativos en las unidades de transporte masivo?” .
Extiendo la sugerencia a los Ministerios de Salud y Educación: campañas educativas.