El año que terminó cerró con una inflación de 1,94%, la más alta desde el 2016, aunque hay que aclarar que en los últimos cinco años el país se ha caracterizado por navegar al borde de la deflación, debido a una mezcla entre estancamiento económico y recesión.
Una economía en crisis se caracteriza, entre otras cosas, por una contracción de la demanda, es decir, menos consumo de la población. Y para atraer a los compradores y mantener las ventas, las empresas tuvieron que bajar los precios. Esa fue la historia del país entre el 2016 y el 2020, cuando la pandemia hundió la economía nacional y el PIB cayó 7,8% y la inflación acompañó con otra cifra negativa (-0,93%).
Luego de una recesión de semejante magnitud, lo previsible era que haya un ‘rebote’ de la economía, como sucedió el año pasado. Y esa recuperación se registró básicamente en el segundo semestre del 2021, de la mano del plan de vacunación.
La inflación anual, que se había mantenido en números negativos en el primer semestre del año pasado, ya fue positiva a partir de julio, debido a la recuperación económica.
Si bien la inflación del 2021 fue la más alta en los últimos cinco años, todavía se encuentra en niveles relativamente bajos si se compara con la historia reciente del país. A raíz de la dolarización, este indicador ha oscilado entre 2% y 5%, con un pico en el 2008 (8,4%).
En este contexto, una inflación de 1,94% no debe preocupar, más si se observa lo que ocurre en el mundo, donde la recuperación económica poscovid ha generado un fenómeno inflacionario global.
Colombia, por ejemplo, también cerró el 2021 con la inflación más alta en cinco años (6,62%); Perú reportó 6,43% de inflación; Alemania tuvo 3,1%, la más alta desde 1993, mientras que en Turquía llegó al 36%, la más alta desde el 2003.
A Ecuador no le debe preocupar la inflación, pero sí las medidas que se tomarán para controlarla: un aumento de tasas de interés, que encarece el financiamiento externo.