El inefable señor Data, personaje de la serie de ciencia ficción Star Trek, la nueva generación, androide, de mente analítica que no logra entender a los humanos, está ahora en el escenario real.
De cerebro positrónico, Data demostró capacidades científicas, y gracias a un chip pudo sentir las emociones, que no le permitió envejecer. Fue un genio, y aunque desordenado y frío, intentó conocer a los humanos mediante la pintura y la música. E intentó una muerte heroica, cuando se sacrificó para salvar la tripulación del Enterprise. Esta saga de películas protagonizadas por androides, da al señor Data, el tercero al mando de la tripulación del Enterprise, nuevos elementos para analizar –desde la ciencia ficción- las nuevas realidades y amenazas que vivimos.
Uno de los fenómenos fascinantes del siglo XXI es la conectividad. De apariencia inofensiva, todos o casi todos los ciudadanos del mundo hemos ingresado en una red de datos, que nos beneficia por ser usuarios de las tecnologías, pero que pocos saben su real amenaza.
Big Data ha sido calificada como una herramienta del Armagedón, un monstruo de mil cabezas que se ha introducido en la vida de los Estados, de las empresas, de los bancos, de las universidades y de todas las personas. Basta un “clic” para despertar este engendro.
¿Qué es Big Bata? Es una plataforma digital o almacén de datos en gran escala –con algunos algoritmos en escena- que ofrece servicios a velocidad asombrosa. Puede crear y poner en práctica, con inteligencia artificial, aprendizajes automáticos de datos estructurados o semiestructurados, con instrucciones sencillas y latencia de consulta de un segundo. Pero cuando se utiliza esta herramienta tecnológica para fines no ortodoxos, mediante la manipulación y apropiación de datos, resulta contraproducente.
Las revelaciones del documental promocionado por Netflix “Nada es privado”, pone al descubierto la manipulación de una empresa británica de datos –Cambridge Analytica-, en favor de la campaña de Trump y del Brexit (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea). Y no para allí: se habla de noticias falsas (“fake news”), unido al manejo de datos personales que los ciudadanos confiamos con ingenuidad en las cuentas de Facebook y otras aplicaciones.
La utilización de datos para incidir en procesos electorales abre un novedoso escenario de investigación –inédito en la historia de las grandes potencias y la comunidad internacional-, porque alude a un tema sensible: la democracia. Pero más allá de las repercusiones políticas, económicas, jurídicas y éticas, la utilización ilegal de datos personales de millones de personas, está un factor clave: la desconfianza creciente en los sistemas informáticos. No hay regulaciones internacionales sobre este fenómeno. Lo recomendable sería no entregar con facilidad datos personales, o seleccionarlos para no ser objetos de manipulación. ¡Y que el inefable señor Data no siga haciendo travesuras!