Es así como se les conoce en Cajamarca, ciudad y provincia peruanas, a los indios que ocupan las alturas de Porcón. Según mi informante, Roger Guerra-García, gran amigo y actual Director de la Academia Nacional de Ciencias, cajamarquino de antigua estirpe, “los indios de Quito” no son mitimaes y se los distingue de entre los demás porque son más fornidos entre otras características. Está bien que los lectores de este Diario conozcan la historia de aquellos ‘quiteños’.
A la muerte de Huayna Cápac, Huáscar decide invadir la heredad de su hermano Atahualpa. Los cañaris toman partido por el Inca cusqueño. En los primeros encuentros Atahualpa es derrotado. Reorganiza sus fuerzas e inicia su marcha hacia el Sur. El objetivo, llegar hasta el Cusco, imponerse en el Tahuantinsuyo. A paso de vencedores los cañaris son masacrados; los que quedan serán liquidados cuanto Atahualpa retorne triunfante. Las tropas quiteñas llegan a Cajamarca. Allí permanecerá el Emperador acompañado de un cuerpo de ejército comandado por Rumiñahui. Quisquis y Calicuchima, con el grueso de la tropa, continúan la marcha hacia el Sur. Ellos serán los que lleguen al Cusco y en la última batalla ejecuten a Huáscar.
Los españoles, por decisión de Atahualpa, llegan a Cajamarca. Tanto le han hablado de los wiracochas que le resulta imperioso conocerlos. El Real de Atahualpa es impresionante: son tropas regulares, jerarquizadas. Tan solo un golpe de audacia podría salvarles y los españoles se arrinconan en los aposentos que rodean la inmensa plaza triangular de Cajamarca. Contra toda lógica Atahualpa decide visitarles acompañado de un séquito desarmado. El Inca quiteño es tomado prisionero en noviembre de 1532. Rumiñahui comprende que con los españoles no hay acuerdo posible: han venido a conquistar, y con sus seguidores inicia el retorno a Quito, tanto más urgente si como se sabe está por producirse la alianza hispano-cusqueña.
Los soldados más fieles, los más leales a Atahualpa, se refugian en las alturas de Porcón en espera de un desenlace. En julio de 1533 es ejecutado Atahualpa. Producida la alianza hispano-cusqueña, el espacio cañari resulta infranqueable para los soldados que pretendan retornar a Quito. A los más leales a Atahualpa les queda dos opciones: dispersarse o mantenerse unidos. Se quedan en Porcón Alto.
Allí los encontré cuando fui a visitarlos. Los “indios de Quito” habían prosperado. Hablaban quichua -y español-, que no es la lengua de los indios de Cajamarca. La cooperativa de trabajadores agrícolas y la de consumo que mantenían ¡llevaban el nombre de Atahualpa! También fue bautizado de Atahualpa una variedad de trigo resistente a la altura y al frío. ¡”Los indios de Quito” eran los descendientes de las tropas de Atahualpa que se quedaron en Cajamarca!