¿Será que el ‘alcalde’ que sabemos no se va, esperando lo que le ‘toque’? Da que pensar: todo el dinero y la ambición posibles es mezcla que no se agota. El ‘honor’ perdió su prestigio: ¿quién se sometería al duelo, como caballeros de aún no antiguos tiempos, cuando era preferible a perder la honra, la bienvenida muerte?… Hoy abruma la codicia de individuos sin sentido de su caducidad; la avidez ocupa los minutos y segundos de las 24 horas de cada uno de sus 365 días del año, incluidos equinoccios y solsticios.
Qué indignación produjo un articulito en un rincón de página, con la foto de una mexicana de la que se dice que es la arquitecta de un proyecto, que quiere hacer de Cumbayá, en una gran quebrada indispensable, la sucursal de un rincón de NY city. Se anuncia sin pudor ‘el proyecto habitacional’, como si ya hubiera sido aprobado por el Concejo y hubiese cumplido todas las ordenanzas de la buena construcción en el mejor lugar, para los mejores seres humanos, pero no… Que sepamos, construir en una inmensa quebrada acabará con flora y fauna, plantas, animales y aves que hoy se cobijan en ella; la zona se volverá un desierto de cemento, sustituida su belleza por dos, cinco, o los que sean, edificios de cinco o más pisos cada uno, en cuya construcción parece haber el interés inexplicable, de gastar y gastar, aunque nunca termine el proyectito…
Hay que usar el dinero a como dé lugar, y hay que mostrarlo… ¿Por qué será? ¡Imagine, lector!: Y a cada departamento para yupi del tamaño que sea (los habrá minúsculos, como acostumbra a hacer esa infausta compañía), el yupi aportará, al menos, dos carros, que engrosarán su vanidad y la infinita fila de vehículos, contaminarán el ambiente e impedirán aún más la vida fluente por estos mundos de Dios. ¿Entendemos lectores, esta sed?
Si el proyecto se consolida, será porque el dinero, el maldito dinero posibilitó su existencia… El dinero, dijo Boshenski, es el peor de los inventos humanos: nos ensucia y engaña, nos vuelve delincuentes, mentirosos y viles.
No siempre: no es la regla, pero, señores concejales, señoras, ¡ojo!, que juzgaremos. ¿Los habrá que aprueben esta edificación en tan inapropiado lugar? Indigna que la constructora ‘de a 1300 el metro’, siga llenando Cumbayá de edificios que rompen toda norma, en el valle que un día fue ámbito deseable para vivir. Necesitan seducir: ¿qué mejor que foto, nombre, apellido y nacionalidad a la arquitecta extranjera?, ¿sabrá ella a lo que se le invitó?
‘Poder y dinero’ corrompen, constataba una poeta chilena, y hablaba de que la palabra crea espacios de libertad, para una nueva construcción del mundo. Asistimos a catastróficas consecuencias del cambio climático en zonas infinitamente mejor construidas y manejadas que cualquiera de las nuestras: casas, puentes, carreteras, vías de tren y trenes derrumbados… ¿Qué resultado darán las mentiras que aceptamos por las que estamos dispuestos a ‘recibir’ y pagar?