La exoneración de impuestos a los autos híbridos beneficia a las personas de mayores ingresos y, en muchos casos, incentiva la importación de vehículos que consumen más combustible que otros autos que sí pagan impuestos.
Hasta mediados del año pasado, los autos híbridos no pagaban ningún impuesto para entrar al país. Estaban exentos de aranceles, IVA e ICE. Desde esa fecha, en algo han cambiado esas normas, pero siguen pagando mucho menos impuestos que los autos “normales”.
Los autos híbridos cuentan con dos motores. Uno, de combustión interna, que usa gasolina o diésel para impulsar el vehículo. El segundo motor, eléctrico, se alimenta de una batería que puede ser cargada por el motor de combustión o aprovechando la energía que se genera al momento que un automóvil frena.
Los híbridos suelen ser más caros que los autos “normales” porque cuentan con tecnología más avanzada y requieren de equipos adicionales como motor eléctrico, baterías extras y sistemas de “freno regenerativo”. La ventaja que tienen estos autos es que consumen menos combustibles que otros vehículos comparables (lo de “comparables” es muy importante). En los países donde el galón de gasolina ronda los tres o cuatro dólares, el costo adicional de los híbridos se justifica por el ahorro en combustible.
En su profunda convicción ecologista, su amor por la pacha mama y su sumac kawsai, el Gobierno decidió liberar a los híbridos de todo impuesto. El problema es que no hizo un par de cálculos matemáticos básicos y resulta que terminó exonerando a autos carísimos que, por su tamaño, consumen más gasolina que los vehículos “normales” y pequeños.
Veamos dos ejemplos. Tomemos los autos “S” y “T”, dos casos reales de vehículos de una misma marca que se comercializan en el mercado nacional. El primero, el auto S, tiene un motor de 1 litro. Su precio de venta era, a mediados de 2010, USD 10.700, de lo cual, USD3.960 eran impuestos (casi el 40%).
El otro auto, el híbrido T, costaba USD 57.000 y no pagaba ningún impuesto. Por el solo hecho de ser un auto más caro, esas exoneraciones solo llegan a las personas de mayores ingresos. Pero la cosa no termina ahí.
El problema es que los T, tan exonerados de impuestos, tienen un motor de 6 litros, por lo que (por más híbridos que sean), consumen bastante más combustible que los S. Para recorrer 100 Km, un autito S necesita 1,3 galones, mientras que los grandes T necesitan 3,3 galones.
En resumen, autos caros, con mayor consumo de combustible fueron exonerados de impuestos, mientras que los autos pequeños, más baratos y de menor consumo pagan casi el 40% de impuestos. No es una política que beneficia ni a los pobres ni al medio ambiente, aunque quizás alivie la conciencia ecológica de algún burócrata mal informado.