La Cámara de Diputados de Brasil resolvió iniciar el juicio político o ‘impeachment’ de la presidenta Dilma Rousseff, quien no ha podido continuar con el crecimiento económico y social de su predecesor. Y ahí se ve el papelón, ya que la economía más grande de Sudamérica hoy está por los suelos, aún con grandes eventos como el último Mundial de Fútbol (con su equipo eliminado 7-1) y los próximos Juegos Olímpicos, este verano.
La causa que esgrimen los opositores para buscar la destitución es el ‘maquillaje fiscal’ de la Mandataria, quien habría manipulado cuentas oficiales para ocultar el déficit fiscal y encaminar fondos a proyectos sin autorización.
Los últimos eventos que han colmado la paciencia y han encendido la ira entre los brasileños son el destape de la corrupción en las más altas esferas, incluyendo la empresa estatal Petrobras, el posible financiamiento ilegal de la campaña de Dilma, la condena a 19 años de prisión del presidente de la constructora Odebrecht por corrupción y sus lazos con el gobierno del exgobernante Luiz Inácio Lula da Silva.
Aparte de eso, las escuchas telefónicas entre Dilma y Lula, quien fue nombrado Jefe de Gabinete para así escapar -hasta hoy- de su juicio por corrupción y tráfico de influencias.
El decreto de la Presidenta para evitar que Lula vaya a la cárcel significa amparar al jefe a cambio de la posible muerte política de la gobernante y su Partido de los Trabajadores (PT).
¿Qué se espera cuando el líder de la clase obrera -Lula- vive en un apartamento tríplex (tres pisos contiguos) en un edificio de lujo con vista al mar de propiedad de una compañía con contratos con Petrobras más otros beneficios? Además, él es investigado por recibir financiamiento dudoso a su Fundación por parte de empresas con grandes contratos públicos, entre las que se incluyen Odebrecht y Camargo C.
Los diputados con 367 votos (el 71% del Pleno) recomendaron iniciar en los próximos días el juicio político a Rousseff, que pasará a votación del Senado. La actual oposición quiere el juicio político para destituir a Dilma y borrar cualquier opción de regreso de Lula al Poder Ejecutivo. Aunque, como nota curiosa, el 60% de los diputados tiene en curso alguna investigación por corrupción u otro delito y existen en la Cámara representantes de 25 partidos políticos.
El vicepresidente Michel Temer, del partido PMBD, declaró que está listo para sustituir a Dilma. Él no pertenece al PT del expresidente y de la actual Mandataria, quienes lo declararon traidor, pero también es investigado en el caso de Petrobras.
Lula, el ideólogo de la nueva izquierda latinoamericana, ¿volverá a prisión pero esta vez no por opositor a la dictadura militar, si lo declaran culpable de tener las ‘manos largas’? Ello cambiará el rumbo de la política brasileña, como la ausencia de una victoria en la Copa del Mundo del 2014. Ahora falta un milagro para salvar a Dilma, Lula y con ellos a la izquierda brasileña y sudamericana.